Expectativas

Estaba dando un paseo con mi bici y he ido hasta uno de mis sitios favoritos: un embarcadero al final de la ciudad, un poco apartado.

Me he sentado a respirar, disfrutar de las vistas, llenarme de belleza, de sol, de alegría, y al mirar al agua me ha decepcionado un poco ver todos los nenúfares apelotonados. Se ve algo sucio y desordenado porque hay algunos que están ya descomponiéndose, hay restos de polen, mosquitos… Y he pensado «uff, esto no es tan poético como parecía».

Vaya, ¿resulta que la vida real no es poética? ¡Para nada! Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a la foto perfecta, a las vidas ideales de las películas, y eso hace que la realidad a veces nos parezca un poco mustia.

Es importante no perder nunca la realidad de vista, tener presente que lo real, lo auténtico, siempre tendrá alguna hoja muerta o algún mosquito pero eso no va a impedirnos disfrutar de la belleza del conjunto.

Os doy una pista: cuando digo mosquitos, hojas muertas, estoy hablando de «los temidos fallos» de los que habláis tras cada actuación.

¿Vosotros qué preferís? La foto perfecta trucada y maquillada o la foto real con todos sus más y sus menos?

Cuando nos preparamos para una actuación hay que imaginarse cómo será, trabajar la visualización. Por un lado, la visualización de la música en sí para entrenar la concentración y que seamos capaces de expresar todo lo que hemos aprendido con esa obra y todo lo que significa para nosotros esa música.

Por otro lado, igual de necesario es practicar la visualización de la actuación en sí: imaginarnos la sala, a nosotros mismos tocando, imaginarnos cómo saludaremos al público algo nerviosos, imaginarnos cómo irá la actuación: todos sabemos cuáles son nuestros puntos débiles en una obra, ese pasaje que se nos resiste o un pedal que se nos olvida,y cuando imaginamos nuestra actuación hay que visualizar también esos pequeños incidentes que sin duda ocurrirán y visualizar cómo nos sobreponemos a ellos y seguimos adelante centrándonos en lo que tenemos que hacer a continuación y no quedarnos «rumiando» sobre ese incidente.

La gran mayoría de las veces nos enfrentamos a nuestros conciertos con esa imagen ideal y perfecta de la obra, impecable, libre de fallos 100%, ¡Pero eso no es realista! Y al crear esas expectativas tan inalcanzables el resultado inevitable será que por muy bonita que haya sido la música que tocamos, nunca estaremos satisfechos, y es muy frustrante no sentir satisfacción después de un gran esfuerzo como el que supone aprender e interpretar en público.

Creo que el camino a la felicidad pasa por aceptarnos y querernos como humanos imperfectos que somos.

Una frase que me ha hecho pensar (mucho).

Hace años escuché una cita atribuida al compositor Claude Debussy, cuya música yo amo profundamente, y lo cierto es que nunca he dejado de darle vueltas.

La música es lo que ocurre entre las notas.

Claude Debussy

Creo que esa frase puede significar muchas cosas. La más literal, que las notas son un código que representa los sonidos, igual que, como vimos en el último artículo, las letras representan las palabras. Pero, ¿las letras representan la entonación, la intención? No del todo. Os pongo un ejemplo: «el niño caminaba por el bosque». Podemos leer esto como un hecho meramente informativo, o podemos darle una entonación que transmita ilusión, misterio, o incluso miedo. Eso mismo ocurre con las notas, un fa siempre será un fa pero la conexión que tenga ese fa con la nota anterior y la siguiente, es lo que lo diferencia de cualquier otro fa. Debemos pensar en esa relación entre las notas para transmitir lo que queremos.

Un significado más poético de esta frase es que las notas son algo físico, sonidos que tocamos y escuchamos, pero entre ellas hay todo un mundo de imaginación y de emociones que es intangible pero que es lo que da sentido a las notas. Las notas, sólo serían sonidos sueltos sin esa idea que hay detrás. Sin la interpretación.

Precisamente porque la interpretación no viene escrita ni en la partitura ni en ningún sitio, es algo muy personal. Hay una parte que viene dada por el propio compositor y el estilo en que esté escrita la pieza pero también hay una parte nuestra que será única porque será nuestra versión, lo que yo quiero contar o hacer sentir al público cuando toque esta obra.

Al principio puede costar un poco, ¡Pero todo es empezar! Aquí tenéis una pequeña guía para empezar. Son algunas preguntas que os pueden ayudar a crear ideas

  1. A veces en el título ya podemos encontrar pistas sobre los sentimientos que quiere transmitir la persona que ha compuesto la obra. Por ejemplo, la Serenata melancólica de A. Hasselmans, si se titula melancólica, ¡no creo que sea la alegría de la huerta!
  2. Si esta música fuera un color, ¿sería claro, oscuro, brillante, apagado? ¿Qué color sería?
  3. Al escuchar esa obra ¿piensas en algún lugar concreto? ¿Es un lugar en el que has estado o es inventado? ¿Es un bosque, un castillo, un lago?
  4. ¿En qué estación del año colocarías esta canción? Quizá suene cálida y es algo que te apetecería escuchar en invierno mientras tomas un colacao. O quizá te recuerda a la fuerza del sol cuando estás en la playa.
  5. Al escucharla o tocarla, ¿te imaginas en otra época? ¿en cuál?
  6. ¿Cuáles de estos sentimientos te transmite?

7. ¿Esta obra te recuerda a alguna otra que ya has tocado? ¿A alguna pintura o libro?

Espero que estas preguntas os traigan mucha diversión y ya veréis como cuánto más uséis la imaginación, más lejos os llevará.

Os dejo también el enlace a un artículo anterior sobre encontrar inspiración:https://vidadearpista.home.blog/2019/12/11/inspiracion/

Adivina: ¿Qué es algo que todos podemos hacer para tocar mejor y que ni siquiera necesitamos de un instrumento para practicarlo?

¡¡La lectura!!

Yo toco mejor desde que empecé a ser profesora hace unos años, porque en todas las clases tengo que leer un montón de partituras. Así de sencillo. Sin trucos. Os voy a explicar por qué:

Igual que en diferentes idiomas se usan letras o caracteres para representar las palabras, el pentagrama también es un código que representa los sonidos.

En muchos idiomas se usa el alfabeto que nosotros conocemos, pero también hay otros muchos alfabetos o códigos diferentes

Imaginad si en el colegio os piden leer un texto pero tardáis mucho tiempo en identificar cada letra que lo compone, y tardáis todavía más tiempo en daros cuenta de que esas letras van formando palabras. Seguramente después de haberlo leído con mucho esfuerzo, no habríais entendido la mitad de lo que dice el texto. Pues eso mismo ocurre con las notas musicales, debemos ser capaces de identificar cada nota rápidamente. Pero no sólo eso, lo más importante para entender la música es relacionar unas notas con otras y SABER RECONOCER los diferentes patrones.

¿Qué son estos patrones? Sería exactamente igual que con las palabras. Si yo junto las letras a-b-u-e-l-o, me sale la palabra abuelo, y esta combinación de letras en ese orden siempre significará esa persona tan especial de nuestra familia que nos quiere tanto. Abuelo Antonio, esta va por tí.

En el pentagrama encontraremos notas que forman acordes, intervalos, escalas, etc. Estos son patrones estándar que son comunes a toda la música occidental y aparecen en cualquier pieza musical.

Pero, hay algo que no ocurre en el lenguaje y sí tiene lugar en la música: en diferentes piezas aparecerán patrones o combinaciones de notas que el compositor habrá creado para esa pieza concreta y que se repetirán a lo largo de la misma, quizá trasladado a otras tonalidades, pero no aparecerán en ninguna otra canción. Estos patrones pueden ser también rítmicos. ¿No es genial? De hecho, parte de la magia de la música reside en que las posibilidades son infinitas. Como ejemplo, en la música moderna (pop, rock) hay millones de canciones que usan los mismos 4 acordes (¡sólo 4!) y ninguna suena igual.

¿Cómo influye la lectura a la hora de tocar?

Todos los instrumentistas deben poder leer con fluidez (sin pararse, sin equivocaciones, respetando el ritmo, etc.). Ahora bien, nuestro instrumento es polifónico; polifonía significa que hay varias voces a la vez. En el arpa, como mínimo tendremos dos voces: una que tocamos con la mano derecha y otra con la izquierda, aunque, a menudo, estamos tocando varias notas a la vez con ambas manos por lo que suele haber más de 2 voces.

Además, debido a que una voz es más aguda y otra más grave, cada una se lee en una clave distinta; ¡¡es como estar leyendo en castellano y en inglés a la vez!! Y encima de conseguir descifrar los códigos de la clave de sol y de fa simultáneamente, y en tiempo récord, le añadimos un triple axel mental y tenemos que enviar un montón de órdenes a nuestros dedos para poder tocar ese código que estamos descifrando.

Vamos, que después de esto, no creo que haya muchas cosas que se nos resistan. ¡Tenemos un cerebro muy bien entrenado!

Como habéis visto, es necesario que nuestras habilidades de lectura estén muy bien desarrolladas, porque es la base sobre la que se va a sustentar todo lo demás. Tenemos que trabajar mucho esta parte para que no tengamos que dedicarle toda nuestra atención y podamos enfocarla a poner nuestras emociones en esos códigos del pentagrama.

Y ¿qué hay que hacer para leer mejor? Leer mucho, así, sin trucos otra vez. Os aconsejo además, leer el doble en clave de fa porque simpre la llevamos un poco a rastras.

Así que no esperéis como yo a ser profes para mejorar vuestra lectura, ¡¡empezad hoy mismo!!

Audiciones en tiempos del covid (o cómo hacer un vídeo)

Bueno, se va acercando el final del primer trimestre de la era covid (espero que sea una era pequeñita, así como de un año nada más), y como no se pueden organizar audiciones con público en el conservatorio, la vamos a hacer online.

De todo lo malo siempre se puede sacar algo positivo, en este caso, que todos estáis aprendiendo a manejar la tecnología, a grabaros y a exponeros al mundo a través de las redes. Yo también estoy aprendiendo, nunca tengo vídeos míos tocando, excepto los que graban familiares y amigos en algún concierto y este fin de semana he grabado este a modo de felicitación de Santa Cecilia.

Aquí van unos consejos que os pueden ayudar a preparar vuestras grabaciones para la audición trimestral:

1-Se necesita tiempo para grabar, habrá que hacer varias tomas, por lo que lo ideal será tener las obras preparadas con bastante antelación para no tener que grabar en el último momento, ya que eso nos pondrá en una situación de estrés y es más difícil que consigamos conectar con la música que estamos tocando si estamos pensando contrarreloj. Además, no es aconsejable repetir muchas veces seguidas una misma obra, primero, porque puede que forcemos nuestros músculos y acabemos doloridos y con los dedos llenos de ampollas. Segundo, porque de tanto repetir la música, acaba entrando en bucle en nuestra cabeza, cada vez nos resulta más difícil mantener la concentración y empiezan a aparecer bloqueos y olvidos aquí y allá. Es mejor hacer un par de tomas cada día durante una semana, que grabar 27 veces en una tarde.

2-Preparad muy bien el equipo y todo el material para que no haya problemas técnicos que estropeen cualquier toma que nos estuviera saliendo bien:

  • El arpa debe estar muy bien afinada. Revisad todas las cuerdas unos días antes y si notáis que alguna está a punto de romperse es mejor cambiarla ya porque va a tardar un par de días en alcanzar el punto de afinación estable.
  • Es aconsejable poner una alfombra en el suelo si notáis que los zapatos están haciendo ruidos cuando movéis los pies para cambiar algún pedal. (en suelos de madera suele pasar).
  • Si tocamos con partitura el atril debe estar colocado de manera que podamos ver bien, nos permita pasar la página con comodidad y que no sea el centro de la grabación, que no nos tape. Las partituras BIEN PEGADAS para que no se caigan páginas en mitad de la grabación.
  • La luz: no queremos salir en tinieblas ni tener focos apuntando a nuestra cara que nos deslumbran al levantar la mirada. Aparte de que nos pueda impedir tocar cómodamente, la luz tiene un papel importante en la calidad visual del vídeo.
  • Silencio. Muy importante buscar el mayor silencio posible para que la grabación no se vea interrumpida por golpes, carreras de gatos (en mi caso), o tu hermano que entra a contarte algo super interesante cuando te quedaban 5 compases para el final. Como todos grabamos en casa, no podemos tener unas condiciones óptimas como en un estudio de grabación pero podemos hacer todo lo posible para minimizar los ruidos: cerrar puertas y ventanas, avisar al resto de habitantes de la casa, poner un cartel en la puerta para que nadie entre, e incluso elegir la hora en la que todo esté más tranquilo.
  • La cámara/móvil. Siempre debe tener batería, estar bien colocado para que no se mueva/caiga y antes de empezar a grabar debemos haber probado diferentes ángulos, con zoom, sin zoom, etc. para tener claro donde lo vamos a situar para grabar. Con el móvil hay que tener en cuenta que el micrófono está en el mismo sitio que la cámara y si lo pones muy cerca del arpa puede que la calidad del sonido no sea buena, hay que hacer pruebas antes.

3-Ahora toca prepararos vosotros:

  • Hay que ponerse guapo para las grabaciones. Guapo no significa con traje y corbata, os podéis poner un sombrero, una flor en el pelo, vuestro vestido preferido…
  • Hay que armarse de paciencia y sobre todo, tener en mente que hay que intentar grabar la canción completa. Si mientras toco hay algo que no me ha gustado lo suficiente y paro para volver a empezar, !puede que no llegue nunca al final de la obra! Pase lo que pase debemos seguir adelante, y después entre todas las tomas que tengamos escogeremos la que más nos guste. Se trata de disfrutar y tocar bonito, no de tener 3 fallos o ninguno. ¿Qué elegiríais vosotros: una grabación en la que ha habido algún fallo pero en la que habéis tocado sintiendo la música y se nota que habéis contado una historia con ella, o una con ningún fallo pero en la que falta ese sentimiento?
  • Hay que estar preparados para que la tecnología nos juegue una mala pasada. Siempre ocurre que cuando te estaba saliendo genial la cámara se queda sin memoria, se va la luz, cualquier cosa. No te quedes pensando en esa grabación que «podría haber sido la mejor», olvídala, no existe. Céntrate en grabar como si fuera la primera vez, no buscando que se parezca a aquella que desapareció.

Y por último, y no menos divertido: !Hay que ponerse creativos! Cada música cuenta una historia, y con el vídeo podemos intentar crear un ambiente que refleje esa música. Para un Nocturno podemos buscar un ambiente más íntimo, y para una obra Española podemos poner flores rojas o una camisa de lunares, si tenemos la posibilidad de mover el arpa se puede buscar un lugar bonito, un árbol de fondo… El vídeo que habéis visto arriba está hecho con algo tan simple como un espumillón de navidad rosa que puse delante de la cámara. También hay un montón de filtros en las aplicaciones para vídeo, algunos son más para hacer reír, pero hay otros que pueden añadir un toque elegante o hacer que el vídeo parezca antiguo…

Con objetos comunes que todos tenemos en casa se pueden crear efectos chulos

Vais a ver lo bien que os lo vais a pasar, yo casi me lo he pasado mejor planeando cómo lo iba a grabar que haciéndolo.

Estoy deseando ver vuestros vídeos. La audición virtual será el viernes 11 de diciembre así que debéis tener los vídeos preparados la semana anterior. (los alumnos que no tenéis arpa en casa, lo grabaremos en clase).

Ah, y si tenéis trucos, consejos los podéis escribir en los comentarios.

¿Por qué practicar técnica?

Nos dice mi amiga la RAE (Real Academia de la lengua Española) que técnica es el conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte. También se define técnica como la habilidad para ejecutar cualquier cosa.

Aplicada al arpa, la técnica será todo lo que nos de la capacidad de realizar cualquier movimiento que la obra musical requiera, por intrincado o acrobático que sea, con nuestros dedos, brazos y pies, con agilidad y soltura. La técnica es lo que va a permitir que nos expresemos tal y como queramos: podemos tener ideas musicales muy buenas, pero si nuestros recursos técnicos para reproducirlas no funcionan, ¡no podremos expresarlas! Imaginaos lo que sería querer decir algo importante y no poder porque no supiéramos como utilizar nuestras cuerdas vocales y nuestros labios y lengua para producir los sonidos adecuados con nuestra voz. ¡Sería como estar encerrado!

Cuando tenemos una buena técnica, nuestros dedos hacen lo que nosotros queremos, no «lo que pueden» y tenemos un control total sobre cómo queremos tocar cada nota, con qué volumen, en qué momento preciso, con limpieza, con el timbre deseado. La técnica da alas a la mente, y cuando tocas una obra con una buena técnica sientes que todo se desliza como la seda y que estás apoyado en un pilar enorme que te da todo el sustento para tocar con agilidad, sin dificultad. Os aseguro que esta sensación es de libertad total, y cuando la sientes, es adictiva, siempre quieres volver a sentirte así cuando tocas.

Pero, si no me sale algo en una obra, practico ese movimiento/patrón concreto y ya está, ¿No?… ¡Absolutamente no! Las diferentes técnicas (intervalos, escalas, acordes) son complementarias, y todas ellas contribuyen a una mayor habilidad y estabilidad por lo que será mucho más fácil hacer un movimiento o patrón concreto con nuestros dedos, si todas las técnicas están al máximo nivel, que si sólo somos especialistas en una de ellas. Si yo fuera jugadora de baloncesto, practicaría tiros a canasta. En un partido real tengo que ocuparme de pensar en los rivales y va todo muy rápido, hay distracciones externas, etc. Necesito haber entrenado los movimientos y la mente para, en una milésima de segundo, ser capaz de analizar la situación y calibrar cómo voy a tirar para encestar. Si yo practico los tiros a puerta siempre desde un mismo punto, con el mismo balón, sólo estaré preparada para tirar desde ahí. En cambio, debería practicar tiros desde diferentes ángulos y distancias, parada, en carrera, saltando, con balones diferentes, etc. Eso me dará un amplio conocimiento de todos los factores que pueden influir en un tiro a canasta para que mi respuesta sea siempre lo más acertada posible cuando debo lanzar durante un partido.

Eso mismo pasa cuando practicamos escalas, arpegios, armónicos, apagados, etc. Debo practicarlos en todos los registros del arpa, a diferentes velocidades, y dinámicas, haciendo crescendo o diminuendo, con diferentes ritmos, acentos, escalas ascendentes, descendentes… en definitiva todas las posibilidades que se puedan presentar en una obra musical.

Como veis, cuando ejercitamos la técnica no hay tiempo para aburrirse, ya que hay que observar, escuchar, analizar, calibrar, y por último ejecutar. En realidad, ¡es un trabajo bastante completo!

Límites

A veces estoy en clase y os oigo decir: No puedo, no me sale, NO SOY CAPAZ. Bueno, ojito a la expresión; como mínimo debería ir acompañada de un enorme signo de «peligro, manejar con cautela». Es increíble, las cosas que nos decimos a nosotros mismos.

Hay una frase que me gusta mucho: «Eres lo que piensas» y es que creo que es totalmente cierta. Si siempre pensamos cosas negativas, nuestra mente está predispuesta a fijarse en todo lo negativo, y eso hace que pensemos que solo nos pasan cosas negativas y sigue y sigue. Lo bueno es que con lo positivo funciona igual. Al decirnos a nosotros mismos que no podemos, que no somos capaces, nos estamos poniendo una barrera enorme.

Veamos, si no eres capaz, si realmente no eres capaz, ya está, se ha acabado. Has llegado al máximo que podías alcanzar en tu vida, no vas a llegar más lejos que eso así que puedes pasar toda tu vida tocando piezas del nivel en el que estás cómodamente, pero también será más aburrido porque llegará un momento en que se te acaben las opciones y cuando escuches piezas que te gustan no podrás tocarlas porque no fuiste capaz. Y ya está, se ha acabado, entonces quizá también es mejor dejarlo del todo.

Quizá se os olvida que habéis sido capaces toda vuestra vida. En primero cuando os resultaba raro coger el arpa y terminásteis el curso tocando canciones con acordes. En cuarto cuando tuvistéis que empezar a usar los pedales y era un lío tremendo porque coordinar dos manos y dos pies (¡y una cabeza!) es dificilísmo. La primera vez que os enfrentásteis a una obra de 10 páginas.

Estamos hechos para evolucionar, siempre yendo hacia adelante. Aprendemos a hablar, pero, ¿a que no conocéis a ningún adulto que hable como un bebé de dos años? Cuando somos pequeños hacemos un aprendizaje tremendo de la nada, instintivamente, para aprender a comunicarnos; pero no nos conformamos con que se nos entienda más o menos, seguimos aprendiendo, construimos frases más largas, con más vocabulario, cuando somos mayores aprendemos a hablar con un lenguaje profesional, etc. Con el instrumento es lo mismo, los profesionales trabajamos para seguir mejorando cada día, es una de las virtudes de la música, que siempre te da espacio para crecer más y más como persona. Pero para eso hay que decir que sí, que puedo, que voy a ir más allá.

¿Os habéis fijado en cómo a menudo ha habido gente a la que la vida les puso límites pero ellos pusieron empeño en superar sus dificultades y acabaron destacando y siendo excelentes? Es el caso de Beethoven que tuvo que luchar contra su sordera y el del guitarrista de jazz, Django Reinhardt, que perdió dos dedos en un incendio pero eso no le impidió convertirse en toda una referencia. Todas estas personas tenían la capacidad, igual que vosotros, pero lo más importante de esta historia es que ellos lo sabían. Cuando alguien le dijo a Django que su vida como guitarrista había terminado, él no le creyó, porque él sabía que sí, que iba a poder. Es importante que aprendamos a comunicarnos con nosotros mismos correctamente, sin negatividad, sin juzgarnos, con amabilidad, y escoger cuidadosamente las palabras que usamos en esos diálogos internos.

Así que, por el poder que se me ha otorgado, destierro del mundo la expresión NO SOY CAPAZ y dicto una ley por la que queda terminantemente prohibido pronunciar esas palabras en el aula de arpa! Mejor hacedle caso a Carlos Salzedo que decía que no hay obras difíciles, sólo desconocidas.

Distracción. Parte 2.

El campo charro

Hoy hablaremos de todos esos pensamientos que irrumpen en nuestra mente cuando menos te lo esperas y hacen que dejemos de prestar atención a lo que estábamos haciendo. Estos pensamientos suelen ser cosas que tenemos pendientes como: «que no se me olvide hacer los deberes de matemáticas para mañana»; o preocupaciones como: «¿y si suspendo el examen de historia?».

Hay algunos trucos para evitar este tipo de pensamientos que no he inventado yo, los he ido aprendiendo leyendo libros o en Internet. En el artículo anterior vimos maneras de impedir que el exterior entre en nuestra mente, ahora vamos a hacer al contrario: sacar todos esos pensamientos fuera para que no nos interrumpan.

Para las cosas pendientes lo mejor es tener una agenda o lista de tareas donde vamos apuntando todo. Es por eso que hacemos la lista de la compra: si yo tengo que recordarme cada media hora que debo comprar leche y brócoli, y esto, y aquello, eso está ocupando mucho espacio en mis pensamientos, en cambio, si cada vez que se termina algún ingrediente lo apunto, no tengo que pensar más en ello hasta que voy al supermercado con mi lista. Si además asignamos un momento concreto a lo que tenemos que hacer no nos estresará el olvidarlo o no tener tiempo para hacerlo. Por ejemplo, seguro que os ha pasado que estáis practicando y pensando todo el rato «tengo que hacer el trabajo de ciencias, no me va a dar tiempo». Pero si has puesto en tu agenda que vas a estudiar arpa de 5 a 6 y luego hacer el trabajo de 6:30 a 8:30, tú ya sabes qué vas a hacer y cuándo y eso elimina mucho estrés mental.

Para las preocupaciones, es un poquito más complicado. No es posible tener cero preocupaciones, forma parte de la vida, pero sí podemos hacer algo para minimizar en lo posible la cantidad y la importancia que le demos. Se trata de analizar y clasificar esas preocupaciones. Lo podemos hacer escribiendo o simplemente de cabeza:

  • Hay que preguntarse si esa preocupación tiene fundamento, si tengo pruebas o no. Por ejemplo: «si me olvido de devolverle la camiseta a mi mejor amiga seguro que se enfada conmigo». No tengo pruebas que demuestren que eso ocurrirá. Y si pienso cómo actuaría yo si fuera ella la que olvida devolverme algo, seguro que la perdonaría sin más y no le daría importancia.
  • ¿Hay algo que yo pueda hacer? Si la respuesta es sí, simplemente lo haré o lo pondré en mi agenda para hacerlo cuando corresponda. Si la respuesta es no, entonces tendremos que intentar no darle más vueltas.

Todo lo anterior se puede aplicar a la vida en general. Y, ¿Qué más podemos hacer cuándo llega el momento de practicar? Sobre esto se han escrito miles y miles de palabras pero mi opinión es que cada persona tiene que encontrar su propia manera. Yo os voy a explicar algunas ideas a tener en cuenta:

  • Mientras practico, el hilo conductor de mi pensamiento debe ser la propia música. Yo, que soy castellana (ancha es Castilla), me imagino que el pensamiento es un camino largo y recto que en general sólo está rodeado de campo, y de vez en cuando aparece un sendero a uno u otro lado que nos lleva a otro sitio. La música es el camino principal, y los senderos son las preocupaciones. No pasa nada porque veamos el sendero, sólo no hay que dejarse llevar por él. Quizá algunos de vosotros habéis oído o leído sobre Mindfulness, que es una palabra muy de moda aunque simplemente significa algo tan viejo como estar a lo que estás haciendo. Muchas veces, se dice que en Mindfulness o meditación se deja la mente en blanco, pero eso, ¡¡¡es totalmente imposible!!!, la mente siempre necesita pensar en algo y lo que se hace en esas técnicas es pensar en la respiración. Igualmente, es imposible que no aparezcan esas distracciones o senderos así que no hay que enfadarse ni estresarse cuando ocurre, lo importante es dejarlo pasar rápidamente y seguir con lo que estábamos.
  • Para entrar en ese camino, al inicio de nuestra sesión de estudio es mejor empezar calentando con algo sencillo, así tendremos unos minutos para empezar a conectar con el instrumento y calmar nuestra mente de todo lo anterior que estábamos haciendo. No es lo mismo empezar tocando, por ejemplo, unos arpegios o escalas lentamente, que son patrones perfectamente reconocibles y conocidos, que empezar con el pasaje más complejo de la obra en el que tengo 3 voces y 4 cambios de pedales en un pulso. Seguramente podré practicar ese pasaje mucho mejor cuando haya permitido a mi mente alcanzar el punto de concentración plena.
  • Hay factores físicos que influyen en la capacidad de concentración como dormir bien, no tener hambre ni estar muy lleno, o el cansancio, así que en función de esto debemos organizar nuestras actividades diarias (cuando se puede). Alguna gente encuentra más fácil concentrarse por la mañana nada más desayunar y hay otra que le va mejor por la tarde-noche. Así que hay que aprovechar esas horas para hacer el trabajo que requiera una concentración más profunda.
  • Hay días que simplemente es demasiado difícil concentrarse por las razones que sean. En este caso yo recomiendo no tirar la toalla, porque si intentamos concentrarnos con toda nuestra intención y lo conseguimos, habremos fortalecido nuestra capacidad para concentrarnos. Y si probamos y vemos que realmente no funciona, podemos elegir practicar otra cosa que no nos suponga tanto esfuerzo, por ejemplo, en vez de intentar memorizar un pasaje en ese momento, quizá podemos practicar las escalas de otra parte de la obra para cuidar el sonido. Una cosa que me gusta hacer en momentos así es tocar una obra que ya conozco bien, porque así conecto más con el arpa, me recuerdo lo bonito que es tocar y lo bien que me lo paso y sirve para activar los canales de pensamiento que participan en la música. Después siempre encuentro más fácil recorrer el camino de la concentración.

Y ahora una curiosidad: siempre que veo a músicos de los buenísimos/famosísimos tocando, todos ellos parece que murmuran e incluso a veces se les siente tararear. (bueno, ¡los instrumentistas de viento no!) Para mí esa es la señal de que están totalmente concentrados y creo que lo que murmuran son las notas porque están cantando internamente la música. ¡Ese es el grado de concentración al que yo aspiro!

Os animo a comentar aquí los problemas de concentración que tenéis o ideas que habéis puesto en práctica para mejorar la concentración.

Distracción

Ilustraciones de slothilda.com

En el último artículo hablé de la concentración. Como vimos en las definiciones, una parte importante de la concentración es evitar que la mente se distraiga, que se vaya por las nubes.

Vamos a ver dos tipos de distracciones y como lidiar con ellas:

  • Externas: todo aquello que nos rodea y capta nuestra atención. Por ejemplo, cuando estoy estudiando y mis gatos entran en la habitación como un torbellino peleándose. O por ejemplo, los ruidos.
  • Internas: Nuestros propios pensamientos, planes, preocupaciones, que aparecen en cualquier situación y cuando menos te lo esperas.

Con las distracciones externas es sencillo, sólo hay que eliminarlas. Por ejemplo, si yo cierro la puerta mientras estudio, mis gatos no podrán entrar.

Una vez participé en una investigación universitaria de un amigo; querían medir el nivel de estrés que producían los ruidos ambientales y fue muy interesante. Primero te daban una hoja con preguntas sencillas que todo el mundo sabe, como palabras o multiplicaciones, y la respondías en silencio. Después, te daban las mismas preguntas pero mientras contestabas tenías unos auriculares puestos en los que sonaba ruido ambiental: el ruido del tráfico en hora punta, el de una cafetería abarrotada…y os aseguro que fue bastante difícil contestar toda la hoja de preguntas incluso cuando las había contestado bien 10 minutos antes. Además tardé más tiempo en completar la tarea. Por eso, como ya mencionamos en algún otro artículo, es esencial crear un ambiente de estudio que permita a nuestro cerebro estar lo más relajado posible para que pueda prestar atención a lo que estamos haciendo. Esto es clave en el proceso de aprendizaje y memorización. Os dejo el enlace al artículo mencionado por si no lo leísteis en su momento o queréis repasarlo: https://vidadearpista.home.blog/2019/10/30/herramientas-imprescindibles/

Pero, ¿Sabéis lo mejor? Que una vez aprendidas las obras, podemos usar las distracciones para prepararnos para las actuaciones. Recuerdo uno de mis primeros conciertos cuando tenía 16 años, en la iglesia de mi pueblo, estaba nerviosísima ya desde el día anterior y recuerdo perfectamente cómo cuando iba a empezar a tocar oía muchísimos ruidos del público, y además se oían como si hubiera 25 altavoces amplificándolos. En realidad, el público era muy educado y estaban todos en silencio pero mi estado de alerta me hacía percibirlo todo exageradamente. Hoy en día, cuando estoy en el escenario ¡no me entero de nada! Eso es porque durante mucho tiempo he usado todas esas distracciones para entrenarme en mantener mi mente en la música. Para ello podemos:

  • Tocar para nuestra familia y amigos simulando un concierto real.
  • Grabarnos tocando (en esta nos estamos volviendo expertos gracias a la cuarentena 😉).
  • Pedir a nuestros hermanos que nos distraigan a propósito, haciéndonos caras y bailando a nuestro alrededor, cantando a voces…
  • Si la canción que tocas está en Do mayor, tócala en do menor o un tono por encima o por debajo.
  • El otro día escuché una entrevista a una profesora de viola (Molly Gebrian, también especialista en neurociencias) que pone una grabación de la pieza que esté trabajando, la deja sonar durante unos cuantos compases y después empieza a tocar ella sin parar la grabación. Yo no lo he probado nunca, pero lo voy a hacer porque ¡Suena divertido!
  • Cambiar el arpa de sitio, por ejemplo a otra habitación.
  • Tocar en diferentes momentos del día, no a la hora que estamos acostumbrados

Por supuesto, cuantos más trucos pongamos en práctica, mejor sabremos lo que funciona para nosotros y lo que no. Lo ideal es tener una gran variedad de recursos y si los usamos regularmente nuestra concentración se verá fortalecida y estaremos preparados para el éxito.

La próxima semana la dedicaré a las distracciones internas. No dejéis de poner en práctica todos estas ideas y si os apetece nos contáis aquí cómo ha ido.

Concentración

Ah, esa gran palabra, que todos hemos oído con frecuencia. Nos dicen los profesores, los padres, que tenemos que concentrarnos para aprobar, para aprender mejor las lecciones, para meter canastas cuando jugamos con los amigos al baloncesto…

Veamos, ¿Qué es la concentración? El diccionario dice que es la acción por la que nos centramos. Centrarse, nos dice también el diccionario, es dirigir el interés o la atención hacia algo concreto. En inglés se dice focus, que es poner el foco sobre algo. Y además lo opuesto a concentración es distracción, que significa cosa que atrae la atención apartándola de aquello a que está aplicada.

Las palabras que yo destacaría aquí son dirigir y apartar. Dirigir porque la concentración es algo que hacemos conscientemente, no es algo espontáneo que surge de la nada. Y apartar porque parte de la concentración se hace resistiendo a esos pensamientos que nos vienen de repente y que quieren apartarnos de lo que estamos haciendo.

¿Y esto cómo se hace? Pues vamos a poner el foco sobre esto y lo vamos a alumbrar bien para verlo todo claro:

Cuando hacemos cualquier cosa, debemos pensar en lo que estamos haciendo: ponerme los zapatos, hacer la cama, etc. si no, puede que acabe con los zapatos en el pie que no es o con la almohada en el suelo. Lo mismo pasa cuando practicamos, si estamos pensando en el bocadillo que voy a merendar, es bastante probable que lo que toque no sea lo que está escrito en la partitura, y eso me llevará a pensar «no me ha salido, esto no se me da bien, etc». Muchas veces pensamos que no somos capaces de tocar algo, que no tenemos las habilidades necesarias o la técnica, pero en realidad lo único que necesitamos es poner toda nuestra atención en ello. Es así de sencillo. Y lo mejor es que ¡la concentración se practica!

Primero hay que elegir qué parte queremos practicar. Si nos ponemos a tocar la obra de principio a fin, lo que hacemos es pasear nuestra mente y nuestros dedos por la partitura, pero no estamos pensando en lo que hacemos. Puedo por ejemplo elegir un compás en el que siempre me paro.

Lo segundo es decidir qué es lo que necesita mejorar. ¿Es un pedal, una digitación, un salto entre dos acordes? Esto es muy importante, porque no se trata de tocar el compás 88 veces hasta que lo que sea que no funcionaba se arregle por sí mismo, se trata de que con toda nuestra intención, pensemos en esa cosa concreta, y así sólo tendremos que tocarlo unas cuantas veces. Cuando los profesores decimos que hay que tocar un pasaje 5-10 veces, no es un castigo, es precisamente para usar cada repetición de manera consciente, escuchando, colocando los dedos con precisión, atentos a cada nota y a cada movimiento que hacemos. Si en esas repeticiones te estás aburriendo, no lo estás haciendo bien. Si te concentras, no te sobrará un segundo para distraerte en otros pensamientos.

Vamos al trabajo concreto. Por ejemplo, ayer estaba tocando una frase con 4 acordes, los tres primeros iguales y el cuarto cambia. Aquí la cosa parece fácil, como el último es diferente, tengo que poner mi atención ahí. Lo que pasó fue que estaba tan concentrada en el acorde diferente que al tocar, pasaba directamente del primero al último!!! Hay que pensar en todo lo que estamos tocando, poner nuestra mente en cada acorde y cuando estoy tocando el tercero anticiparme un poco para poder reaccionar al cambio a tiempo.

Otra cosa que seguro os suena: «me sale la parte difícil pero luego fallo en la parte que mejor me sé» Claro, has puesto toda tu atención en esa parte más compleja y cuando llega la otra que te sabes muy bien te relajas, y tu atención se va a otra cosa. Nuestra atención debe ir pasando de una frase a la otra y seguir siempre adelante, no quedarnos pensando en la parte que ya hemos tocado. Esto también es bueno a la hora de afrontar obras largas, si yo voy pesando en una frase cada vez, lo llevaré mejor que si pienso que tengo 18 páginas por delante.

Ya os dicho como trabajar con concentración. ¿Y cómo se practica la concentración? Pues concentrándose. Quizá esperábais algún truco mágico o alguna fórmula especial, pero igual que ocurre con cualquier cosa de la vida cotidiana, lo mejor para aprender a hacer algo es hacerlo. Y si no, miradme a mí que llevo cinco días en casa poniéndome rulos para hacerme peinados de los años 50. El primer día me salió una patata de peinado y tardé mucho, pero hoy he tardado menos y el resultado ha sido aceptable. Estoy segura de que si lo hago con frecuencia en las próximas semanas, poco a poco iré mejorando y me quedará cada vez más bonito. Por eso es importantísimo que cuando estamos practicando no sólo practiquemos la música en sí, también debemos asegurarnos de que estamos practicando con nuestra mente puesta en la música. Cuánto más lo hagamos, menos esfuerzo nos costará y cada vez seremos capaces de mantener la concentración por más tiempo. Así cuando llegue el momento real de tocar ante el público, centrarnos en la música formará parte de nuestra rutina y no tendremos que hacer un esfuerzo titánico para llevar a cabo la actuación.

¿Por qué competir?

Ahora que llega la próxima edición Arpaplus 2020 estoy dándole vueltas a las razones por las que nos animamos a competir y creo que esto puede ayudar a que algunos alumnos se atrevan a dar el paso para futuras ediciones y otras competiciones.

Apuntarse a un concurso muchas veces da miedo porque pensamos si vamos a estar a la altura respecto a otros concursantes, o lo que pueden pensar de mi quienes me conocen si no gano.

Pero hay muchas buenas razones para decidir participar en un concurso:

  • Tener una motivación para practicar. El hecho de tener una fecha concreta y un número determinado de obras nos ayuda a practicar porque lo estamos haciendo con una meta, y no simplemente porque sí.
  • Conocernos mejor: la comparación con otros arpistas nunca es mala si observamos cómo tocan los demás para tener una referencia de en qué punto estoy yo y a dónde quiero llegar. De nuevo, esto nos servirá de motivación e inspiración.
  • Además puede ayudarnos a subir nuestra autoestima: si nunca has escuchado a otros alumnos de tu curso, puede que pienses que tú no vales. O lo contrario, para poner los pies en la tierra:si en tu conservatorio no tienes alumnos de tu curso quizá tengas una visión poco realista de lo que haces y creas que eres ¡el mejor arpista del mundo!.
  • ¡Ganar un premio es chachi! Tener esta ambición también motiva muchísimo a la hora de practicar y está bien tener deseos que alcanzar. Siempre que no se tome como algo obligatorio: «tengo que ganar». Porque ganar no depende sólo de nosotros; hay muchos factores que no podemos controlar: aunque ese día toquemos nuestro mejor concierto, puede que otro participante también toque su mejor concierto o al jurado le gusten más las obras que ha presentado otra persona, y si vamos pensando que tenemos que ganar, que es obligatorio, la decepción puede ser muy grande.
  • Ideas nuevas: escuchar a arpistas de tu curso, o de cursos superiores contribuye a que conozcamos más repertorio e ideas musicales.
  • Hacer amigos.
  • Pasar un fin de semana con la familia arpística.
  • Afán de superación: la competitividad mal entendida produce frustración y enfados, aunque sí hay algunos alumnos que ante una competición se crecen, pero lo ideal es querer ser mejor que uno mismo cada año, crecer musicalmente de un año a otro y no sólo para ser mejor que los demás.
  • Tener una oportunidad de compartir tu música con el público. Cuando nos subimos al escenario del concurso, si pensamos en hacer la música más bonita de que somos capaces en ese momento y con nuestras habilidades actuales, habremos ganado seguro, porque haya premio o no, te irás a casa con la sensación de haber disfrutado y haber transmitido eso al público.
  • Conocer tus puntos débiles. Poder contar con los comentarios del jurado después del concurso es una información valiosísima para continuar mejorando.
  • ¡Viajar!

Para mí, como profesora, el hecho de que hayáis preparado un programa y estéis listos para presentarlo ante el público ya es todo un éxito, y podéis sentiros orgullosos del trabajo realizado. ¡¡Enhorabuena y que disfrutéis en el escenario!!