Mirar en nuestro interior

He estado todo el fin de semana bailando. Me lo paso genial, y también es un proceso de aprendizaje profundo. Se parece bastante a aprender a tocar un instrumento: se necesita coordinación, concentración, memorizar, y ponerle estilo.

En una de las clases tenía que aprender una coreografía, estaba fijándome en la profesora para no perderme, pero me salía regular. Hasta que dejé de mirarla a ella y me centré en los movimientos que hacía mi cuerpo. Ahí todo empezó a encajar, incluso los giros me salieron más elegantes que antes, porque estaba sacando toda la información de dentro hacia afuera y no al contrario. Al mirar a la profesora estaba centrada en cómo se tenía que ver la secuencia de pasos y no en lo que mi cabeza tenía que mandar a mis músculos para crear esos movimientos. De repente, en la clase no había nadie, ni profesora, ni compañeros, sólo era yo y la música, y funcionó.

Lo mismo me pasa cuando toco. Antes siempre ponía el foco en cómo escucharía mis obras el público, o mi profesora, o mis compañeros, lo que pensarían de ello. En lugar de eso, ahora cuando toco sólo estamos mi arpa, mi música y yo. Eso no quiere decir que haya que ignorar al público, el público es gente amiga, han venido porque quieren escucharte. A mí me gusta mirar a las butacas, sonreír y hablar un poco entre obra y obra para compartir mis ideas con ellos. Pero después, cuando toco, ya no pienso en qué pensarán, pienso en todo lo que necesito hacer en cada momento para que mi interpretación sea lo que yo quiero que sea.

Por supuesto, todo esto se trabaja en cada hora que pasamos practicando, ya hablé de ello en un artículo anterior.https://vidadearpista.home.blog/2019/03/21/reflexiones-y-reflejos/

Cuando practicamos, debemos hacer el esfuerzo de hacerlo completamente concentrados, poniendo el foco en la música y todo lo que debo pensar en cada momento para poder ejecutarla como yo quiero. Si, durante la práctica, a menudo somos capaces de alcanzar ese estado óptimo de concentración, cuando llegue el momento de actuar ante el público será parte de nuestra rutina y no un esfuerzo titánico.

Yo me tomo un par de minutos antes de empezar a practicar para marcarme un objetivo a conseguir en esa hora y para visualizar el momento de la actuación concreta en que la voy a interpretar. Además, intento «limpiar» mi cabeza de pensamientos negativos o de estados de ánimo que no me permiten concentrarme. Por ejemplo, ayer estaba disgustada porque mis gatos habían roto algo en casa, pero antes de tocar pensé «bueno, ya está, se ha roto y no se puede reparar, pero si sigo disgustada, mi hora de práctica también se estropeará por sentirme así, mejor dejarlo en el pasado ya que no tiene solución y concentrarme».