Fin de curso

Quedan poquitos días de clase y Vida de Arpista se va también de vacaciones!!!

¿Qué hacer en verano? Jugar, salir, bañarse en piscinas, ríos, playas, hacer «nada», descansar… Hay tiempo para hacer de todo, y como el verano es muy largo también hay tiempo para tocar el arpa; digo tocar y no estudiar. Yo aprovecho para tocar las obras que me gustan simplemente por el placer de hacerlo, no porque tenga que tocarlas en algún concierto. Me gusta «enredar» mucho (esta palabra me encanta y la he aprendido en Badajoz): enredar es probar cosas: recordar obras que aprendí hace tiempo, leer obras nuevas, hacer variaciones de alguna canción conocida, intentar sacar los acordes de algún tema de la radio y cantar a la vez que toco, juntarme con algún amigo músico para tocar algo. La única manera de equivocarse «enredando» es no intentarlo. También aprovecho para leer mucha música, obras nuevas, buscar repertorio, así voy teniendo más ideas para las clases y para futuros conciertos, y de paso me sirve para trabajar la lectura a vista, que nunca ha sido mi fuerte.

Eso en cuanto al verano. En septiembre hay que comenzar a prepararse para el nuevo curso: dar un repaso general a la técnica haciendo todo tipo de ejercicios para tener los músculos y dedos en forma y comenzar a practicar de nuevo para darnos tiempo a entrar poco a poco en los hábitos de estudio y así empezar el curso en plena forma y con energías renovadas.

Me parece buena idea hacer una valoración de todo el año así que os invito a que penséis en las obras que habéis trabajado, las técnicas que habéis adquirido o mejorado, y que recordéis cómo tocabais el curso pasado y cómo lo hacéis ahora mismo. Así tendréis una motivación para seguir mejorando el curso que viene y también podréis identificar las áreas que necesitan más atención.

Mi valoración de este curso de Vida de arpista: con todo el tiempo que me llevó decidirme a escribir el blog, os digo que no podría estar más contenta de haberlo hecho. Estoy aprendiendo y reflexionando muchísimo y he descubierto que me gusta escribir. Y la lección más importante de este curso: he aprendido a lidiar con el perfeccionismo. Una de las cosas que me asustaban de escribir el blog era pensar que no iba a saber de qué escribir o no iba a tener suficientes temas para publicar cada semana. Al final si esperas a tener todo «perfecto» para hacer algo nunca lo harás, así que hay que lanzarse y aprender por el camino. ¿Cuál es la vuestra?

¡¡¡Feliz Verano!!!

Vitaminas para el arpa

Os presento a mi orquídea. Me la regalaron hace cuatro años con unas flores preciosas. Se le cayeron y no volvió a tener más. Ella seguía ahí, toda verde y erguida, le salían más hojas, pero no florecía. Hasta que se vino a vivir a Badajoz hace unos meses y le sentó tan bien la temperatura y el sol de aquí que me va a regalar sus flores de nuevo.

Cuando practicamos pasa igual: si nos limitamos a practicar las obras sin más, nuestra vida de arpista no tendrá daños graves, se verá saludable, pero no florecerá. Necesitamos vitaminas que enriquezcan nuestra vida y nuestra música.

Y, ¿Cuáles son esas vitaminas?

Técnica. Es una vitamina esencial. Incluye ejercicios y estudios. Practicar técnica a diario nos ayuda a tener nuestros dedos en forma y a desarrollar la memoria muscular. Así tendremos más control, más agilidad y la fortaleza y velocidad necesarias para ejecutar cualquier pasaje que se nos ponga por delante. Todo suena mejor con una buena técnica.
Otro beneficio es que nos ayudará a reconocer patrones, motivos, y a elegir las digitaciones que vamos a utilizar en diferentes pasajes de una obra.

Análisis. Imprescindible para aprender una obra conscientemente y con profundidad y que perdure en el tiempo. Conocer la tonalidad de la obra, modulaciones, estructura, motivos, frases, etc facilitará enormemente la interpretación y poder tocar la obra de memoria.

Contexto histórico. Va unido al análisis. Si investigamos un poco sobre el compositor y su entorno, y la época en que vivió, podremos tener una idea más concreta de lo que quería transmitir al componer esa obra.

Inspiración. Esta es la vitamina que nos hará darle nuestro toque personal al repertorio. Si tenemos un mundo interior rico, podremos asociar la música que tocamos a imágenes, historias, sensaciones… Todo esto hará que conectemos más con la música que estamos interpretando y se convierta en algo especial y único para nosotros ya que nadie más tendrá esa imagen o idea asociada a esa obra. Si es especial para mí, lo será para el público. Para enriquecer nuestro mundo hay que leer, escuchar música de todos los estilos, ver películas, visitar museos, hacer turismo, pasear por el campo o la playa… Vivir en definitiva.

Buena forma física. Imaginaros que Rafael Nadal tuviera los brazos muy desarrollados pero no fuera capaz de correr medio minuto sin ahogarse. No funcionaría, ¿verdad? Nosotros, además de hacer técnica, debemos hacer calentamiento antes de practicar y estiramientos al terminar para proteger nuestros músculos de las lesiones. También tenemos que poner mucha atención a nuestra postura cuando estamos tocando ya que pasamos muchas horas con el arpa y podemos sufrir dolores de cuello y espalda. Por último, nunca viene mal hacer un poco de ejercicio suave para movilizar el cuerpo entero y contrarrestar el efecto de todas esas horas en la misma postura. A mí los fisioterapeutas siempre me recomiendan nadar.

Si tomáis todas estas vitaminas regularmente os garantizo que vuestra música florecerá🌺

Silencios

Desde siempre me ha fascinado el cielo con sus constelaciones y estrellas, planetas, y demás elementos y tengo algún que otro libro de astronomía mitológica con el que he aprendido a encontrar las constelaciones.

Pues hace unos años, viajando por Perú, vi un mural en un templo Inca que me dejó
¡¡¡¡completamente alucinada!!!! Se trataba de un panel con un dibujo antiguo de las constelaciones Incas. Mi asombro fue tal porque para esta civilización las constelaciones no las formaban estrellas unidas como pasa en muchas otras culturas (Roma, Grecia, Árabe, China) sino que eran las manchas negras recortadas sobre la luz que se observan cuando miramos a la Vía Láctea. Todavía hoy me emociona recordarlo.

Me parece muy curioso que en la mayoría de culturas se valore la luz, lo que brilla y llama más la atención mientras que para los Incas, era la ausencia de luz lo que más importancia tenía.

Y ¿por qué os cuento esto? Además de ser una bonita historia os lo cuento porque en música los silencios son como esas manchas negras. Podría parecer que son algo vacío, sin contenido, equivalente a la nada, igual que el número cero, pero en realidad, esos silencios están llenos a rebosar de contenido y muchas veces los maltratamos y no les damos la importancia que tienen.

A menudo os veo leyendo partituras por primera vez y cuando aparece un silencio es como si fuera invisible y saltáis inmediatamente a la siguiente nota. Los silencios son tiempo, son aire, son reposo y son impulso para lo que viene después y sin ellos la música no se entendería bien, así que son tan necesarios como las notas.

Además, si ya cuando tocamos solos los silencios son imprescindibles para que la música tenga sentido, con más razón debemos tenerlos en cuenta cuando tocamos con otros instrumentos, ya sea en un grupo de arpas, en música de cámara o en orquesta. Ignorar un silencio tiene como consecuencia que nos adelantamos al grupo y todos tendrán que parar de tocar porque ya no tendrá sentido lo que está sonando. En orquesta también nos puede dar la sensación de estar caminando a ciegas, de repente todo nos suena familiar pero no somos capaces de reconocer nada.

Me pregunto si esto le ocurre a todos los instrumentistas o es algo más común para los instrumentos polifónicos. Os explico por qué: en nuestras partituras a menudo una voz tiene un silencio pero la otra está tocando. En ese punto centramos toda nuestra atención en la nota que sí hay que tocar y el silencio queda «anulado» en nuestra mente. Creo que esto puede contribuir a desarrollar ese mal hábito de ignorar los silencios y cuando aparece un silencio en todas las voces (ausencia total de sonido en ese pulso) lo ignoramos también.

Durante los 4 primeros compases aunque una voz tiene silencio, la otra continúa sonando. En los otros tres compases ambas tienen silencio a la vez.

Para corregir este mal hábito, tanto si leemos una sola voz o las dos simultáneamente, debemos dar a cada silencio su duración completa; así seremos más conscientes de su existencia y su peso. También podemos decir «Shhhh» en cada silencio para hacerlo completamente en tempo y además ¡es una forma divertida de practicar!. Otra manera es decir el número del pulso correspondiente; en el ejemplo de arriba al ser un compás de 2/4 la voz escrita en clave de sol tocaría en el 1 y en el silencio decimos 2. Yo prefiero trabajar con la voz porque me parece una forma más consciente de practicar; si utilizamos el pie para marcar los pulsos se convierte en algo mecánico y puede molestarnos apareciendo inconscientemente a todas horas.

Otro mal hábito es tocar más rápido cuando aparece un pasaje que podemos leer con más agilidad. En el ejemplo anterior, vamos tocando cada negra durante los 4 primeros compases pero al llegar al quinto de repente tocamos el doble de rápido y aunque estemos respetando el silencio, lo que el oído percibe es que siguen siendo negras. Así que siempre hay que respetar la equivalencia entre los diferentes valores de las notas: si yo he empezado tocando las negras a una velocidad, que sea siempre la misma, y si aparecen corcheas en la partitura, que duren exactamente la mitad que la negra. De esta manera desarrollaremos mucho mejor la percepción del tempo.

Por último, también encuentro que tenemos un poco de ansiedad en los silencios. Aparece uno y perdemos el equilibrio mental: «no estoy tocando ninguna nota, ¿qué se supone que debo hacer?, «date prisa, tienes que colocar tus dedos para seguir tocando» y el más temido: en público, durante los silencios largos, por ejemplo cuando al final de la obra hay una redonda y un calderón encima, somos más conscientes de que el público está ahí porque en ese momento no estamos ocupados pensando en dedos ni pedales. Lo que suele ocurrir en estas situaciones es que nos entra la prisa y el silencio nos queda más corto de lo que debiera. Pero si sentimos esos silencios, si les damos toda nuestra atención, podemos hacer que esos momentos no sean de pánico sino de magia, incluso podemos cerrar los ojos para concentrarnos más en la vibración que queda en el aire antes de apagar.

Si con esto aún no os he convencido de la importancia de los silencios, intentad leer el siguiente texto:
Había una vez un pato muy torpe del que se reía todo el mundo como era el hazmerreír del estaque todos le llamaban Pato Patoso y con ese nombre se quedó Pato Patoso estaba dispuesto a demostrar a todos que no era tan torpe como parecía tropezaba alguna que otra vez sí pero quién no lo ha hecho alguna vez pero cuanto más se esforzaba por no parecer que no era un torpe más veces metía la pata.

Raro, ¿verdad? Es porque he borrado los puntos, las comas, los signos de interrogación,etc. Y ¡eso es precisamente lo que hacen los silencios en la partitura!

Ahora que ya habéis visto lo que vale un silencio, os pido que cada vez que os encontréis uno ahí agarradito al pentagrama, lo cuidéis y le deis todo vuestro cariño, y que respetéis todo su valor para que no se sienta como un cero a la izquierda. Y si no, tendré que crear una Sociedad Protectora de Silencios para darlos en adopción 😉

Objetividad

A menudo cuando practicamos o tocamos en público ponemos en una balanza lo que hacemos y todo lo clasificamos en positivo o negativo. Esto es algo que está muy extendido socialmente y se hace en todos los ámbitos de la vida, en televisión, cuando vamos por la calle, siempre vamos juzgando a los demás. Un buen ejemplo que dio una alumna en clase: vemos a alguien vestido de blanco pero sólo nos fijamos en una mancha minúscula en su ropa.

De la misma manera también nos juzgamos a nosotros mismos en todo lo que hacemos. Está claro que tenemos que ser realistas porque si no conocemos los puntos débiles no sabremos qué podemos mejorar, pero el problema de juzgar es que al final lo negativo pesa mucho más y fijamos toda nuestra atención en lo malo.

Es más constructivo realizar un análisis objetivo, centrándonos en los hechos sin ponerle un peso negativo o positivo. Por ejemplo: estoy estudiando una obra que me encanta, El viejo castillo Moro de Eduardo L. Chávarri y hace unos días empecé a pensar que me está llevando más tiempo de lo que debería. La obra me está llevando tres meses, esto es un hecho: hace tres meses que empecé. Pero si yo pienso «es más de lo que debería» ya estoy aportando un comentario negativo.


Más ejemplos que he escuchado en el pasado: «he estudiado mucho este pasaje y ahora no me sale, estudiar no me ha servido para nada». En vez de juzgar, analiza el hecho en sí: todavía te queda camino por recorrer, eso es un pensamiento objetivo. Quizá no sale como quieres que sea el resultado final, pero ha mejorado desde la última vez. Y además has aprendido que para ese pasaje vas a necesitar practicar de manera diferente.

«esta obra es más fácil que aquella pero me sale peor». Pensamiento objetivo: esta obra de momento no está lista. Esta obra me exige adquirir nuevas habilidades para poder tocarla como yo quiero.

¿Os habéis parado a pensar si esos pensamientos negativos sirven para algo? ¿Quién ha dicho que aprender esa obra lleva exactamente 2 meses, o 5? ¿O que una obra es fácil o no? Esos pensamientos sólo hacen que me sienta mal, porque me comparo con otra gente pensando que ellos la han terminado en menos tiempo y que entonces eso significa que yo soy más lenta, o torpe, o… En ocasiones somos muy duros con nosotros mismos y para eso yo siempre pienso «si en vez de ser yo fuera una amiga arpista ¿le diría esas cosas tan duras?» Con toda seguridad no, sería más amable con ella e intentaría ayudarla a ver lo positivo, los objetivos ya conseguidos, etc. Así que si soy amable con los demás, ¡con más razón debería serlo conmigo misma!

Para ser amables con nosotros mismos podemos empezar por decir 3 cosas positivas cada vez que tocamos o practicamos, en vez de empezar a enumerar todas las cosas que han ido mal o no han salido como queríamos. Si lo hacemos todos los días en nuestra práctica acabará siendo un hábito y nuestra balanza estará más equilibrada.

Otra cosa que podemos hacer es afrontar estos pensamientos con curiosidad. Hacer muchas preguntas: ¿Qué beneficios me aporta tener ese pensamiento negativo?, ¿Este juicio que estoy haciendo sobre mi me ayuda en algo, o por el contrario entorpece mi aprendizaje?, ¿Qué puedo cambiar para mejorar esto?, ¿Se me ocurre alguna técnica o truco que pueda usar para trabajar este pasaje?

Y por último, no compararnos con los demás. Cada uno de nosotros somos únicos y lo que a uno puede resultarle más fácil a otro no. La música también es maravillosa, pensad que con sólo 12 sonidos y unos cuantos patrones rítmicos se pueden crear infinitas composiciones, ¡es genial! Así que si combinamos las posibilidades infinitas de personas y de músicas, es imposible que dos personas aprendan igual. Cada uno tiene un proceso diferente para llegar al resultado. Lo importante no es hacerlo como los demás sino llegar a conseguir nuestro objetivo.

Os dejo también la recomendación de un libro: El juego interior del tenis de W. Timothy Gallwey. Conozco muchos músicos que lo han leído, yo también lo hice hace años y profundiza sobre este tema de juzgarnos a nosotros mismos. Es altamente interesante.

Entrevista con Manuel Vilas

El pasado jueves tuvimos la suerte de escuchar a Ars Atlántica con Marta Infante y Manuel Vilas en la catedral de Badajoz. Fue un concierto muy emotivo, precioso, crearon atmósferas muy sentidas y Manuel fue muy entusiasta cuando le pregunté si podría acercarme con las alumnas a ver el arpa. Nos estuvo explicando sobre su instrumento, réplica de un arpa construida en Barcelona en 1704 por Pere Elías y contestando las preguntas de las alumnas e incluso les dejó probarla.

Le hice una (mini) entrevista a Manuel. Me hubiera gustado preguntarle más cosas pero tenían que cerrar la catedral.

¿Cómo empezaste con el arpa barroca?

Yo de niño empecé estudiando piano. Piano moderno. Vivía en Santiago de Compostela y allí cantaba en un coro donde hacíamos algo de música antigua, me gustaba pero tampoco sabía muy bien y menos con el arpa. Fui a un curso en Daroca donde había conferencias sobre musicología. En este curso había varias materias, entre ellas el arpa antigua y fui de oyente. Al final iba más a la clase de arpa que a lo que tenía que ir hasta que la profesora, Nuria LLopis, me dijo «ya que vienes todos los días, ¿por qué no pruebas?». Probé y a partir de ahí empecé a estudiar con Nuria en Madrid, estuve 6 años yendo y a los cursos de Daroca, y ahí empezó todo. Fue un golpe de suerte, apareció el arpa, me quedé alucinado, me sorprendió el instrumento, el arpa de dos órdenes que es una cosa muy extraña y me fui metiendo en este mundo hasta que vi que me quería dedicar a ello.

Hay muchos arpistas barrocos que vienen del arpa clásica. Para ti fue diferente, ¿has encontrado alguna ventaja o inconveniente?

Yo no toco arpa moderna así que no sé, pero yo sí le encuentro ventajas. Al venir del teclado veo que es una ventaja porque la disposición del instrumento es muy parecida (durante el concierto explicó al público que el arpa de dos órdenes tiene una fila de cuerdas que es como las teclas blancas del piano y la otra fila es como las negras). Aparte, antiguamente todos los arpistas eran organistas o clavecinistas; todos, tanto los españoles como los italianos. Había ahí una simbiosis histórica entre esos dos instrumentos. Por otro lado, al no venir del arpa clásica no tuve que «desaprender» nada. Ellos (arpistas clásicos) sí me comentan que lo encuentran difícil ya que tienen que «olvidarse», en el arpa barroca hay otra tensión en las cuerdas, otras digitaciones, otra manera de hacer las escalas, etc.

Algún truco o cosa que hagas para prepararte para los conciertos

El trabajo duro hay que hacerlo en casa, después en el concierto hay que pensar en disfrutar y pasarlo bien que es a lo que vas, respirar, incluso aunque te sientas relajado, y distraer la mente de las preocupaciones pero sin perder de vista el concierto porque tampoco es bueno evadirse del todo. Y pensar en disfrutar, eso es lo esencial.

Agradezco a Manuel Vilas que haya querido colaborar con el blog,
¡Graciñas!

Pedales

De todas las preguntas que me suelen hacer, una que siempre cae es: ¿Pero el arpa tiene pedales???? (con mucha cara de sorpresa). Y luego le sigue: ¿Para qué sirven? Seguro que a vosotros también os pasa.

Pues sirven para…
¡torturar a las arpistas!, jajaja. Eso es lo que podría parecer viendo esta obra de Henriette Renié que tiene más de 300 cambios de pedales, y¡sólo dura 3 minutos!

En realidad, los pedales son una gran ayuda ya que sirven para que podamos tocar notas alteradas, con sostenidos y bemoles. Anteriormente había clavijas y para poder cambiarlas había que utilizar las manos por lo que tocar música más compleja o con modulaciones a otras tonalidades se convertía en una tarea aparatosa. Gracias a los pedales podemos hacer estas modulaciones cómodamente y con fluidez.

Os presento los pedales:

Hay 7 pedales, uno por cada nota y como podéis ver en la imagen, cada pedal tiene 3 posiciones: arriba es bemol, en el medio becuadro y abajo sostenido.

Es muy beneficioso familiarizarse con los pedales para que cuando tengamos que usarlos y cambiarlos mientras tocamos todo vaya como la seda. Hay varios ejercicios que podemos hacer para ir aprendiendo dónde están situados los pedales y en qué orden están colocados. Lo más importante es que al hacer estos ejercicios no miremos a los pedales, hay que guiarse por el tacto sintiendo la palanca del pedal en la punta del pie.

  • Empezando con todos los pedales en bemol tocaremos una escala cromática ascendente usando el segundo dedo en cada nota, muy fácil, para poder poner toda nuestra atención en los pedales:

  • Este mismo ejercicio se puede hacer empezando con todos los pedales en su posición central (becuadro), y cambiarlos a sostenido.
  • Además podemos tocar escalas en cada tonalidad, de manera que tendremos que ir colocando los pedales para cada una de ellas. (¡y de paso nos sirve para repasar la teoría!). En este caso, empezaremos con las tonalidades ordenadas: 1#, 2#, 3#, etc. y lo mismo con los bemoles. Después ya podemos probar a tocar diferentes tonalidades al azar. Y hay que hacer las escalas mayores y menores.

Consejos:

  • Colocar siempre los pies en los pedales Do y Fa para tenerlos listos en cuanto haya que mover algún pedal ya que al estar en el centro podemos llegar a todos ellos fácilmente. Además evitaremos darle alguna patada a los pedales cuando estemos tocando y nos llevemos un sobresalto al ver una marca de pedal en la partitura.
  • Apoyar la parte del pie que une todos los dedos. Si sólo apoyamos la punta de los dedos no podremos bajar bien el pedal.
  • Intentar dejar siempre el talón apoyado en el suelo. En algunas ocasiones para subir el pedal a la posición de bemol debemos levantar la pierna, pero debemos buscar hacerlo lo menos posible ya que esto hace que nuestra espalda se carge de tensión. Por esta misma razón yo intento en la medida de lo posible cambiar sólo un pedal cada vez. Por ejemplo, si tengo que cambiar Do y Fa en el mismo momento siempre pienso cual puedo mover un poquito antes y así equilibro mi peso entre las dos piernas.
  • Los pies son traviesos y a veces se mueven sin que se lo mandes. En obras en las que hay que cambiar varios pedales seguidos, a veces me encuentro que mi pie izquierdo estaba en el pedal de Do y que tengo que volver a mover ese pedal, pero mi pie se ha ido al pedal de al lado. Una buena manera de practicar estos pasajes es hacer primero los movimientos de pedal mientras cantamos la melodía o marcamos el pulso con palmas, de manera que moveremos los pedales exactamente en la parte del compás que corresponda. A continuación practicaremos cada voz junto con los pedales y por último lo uniremos todo. De esta manera podemos focalizar nuestra atención en lo que hacen los pies y ver si están «paseando» de un pedal a otro innecesariamente. Que sepáis que incluso han inventado una caja de pedales para practicar. Yo no he tenido ocasión de probarlo pero me parece fantástico que a las arpistas se les ocurran este tipo de recursos para mejorar y enriquecer nuestro mundo. https://chromharp66.com/2018/01/20/pedal-pad/


Reflexiones y reflejos

Una vez Isabel Moretti me dijo: «estoy segura de que estudias mal». Fue en una masterclass en el Conservatorio de Ámsterdam y me lo dijo con mucho cariño, amable como es ella. Pero, ¡cuánta razón tenía!

Durante años, buscando mi camino como arpista profesional, sentí muchas veces que no estaba a la altura por mis inseguridades, pensaba que mis nervios eran una pesadilla que a menudo arruinaba todos mis esfuerzos. Por eso hace mucho que tengo clarísimo que para ser músico hay que trabajar mucho más la mente que los dedos ya que ella puede ser nuestro peor enemigo o convertirse en el mejor aliado que tengamos.

Así que he aprendido a estudiar mejor, y no me refiero a hacer mis ejercicios de técnica o usar el metrónomo, todo eso ya lo hacía antes. Lo que he aprendido es a darle la importancia justa a mis horas de estudio. Lo que haga en ese tiempo se va a reflejar en mis actuaciones, tanto lo bueno como lo malo, ya hablamos de ello en el artículo https://vidadearpista.home.blog/2019/01/15/el-truco-de-las-10-repeticiones/ donde vimos que la práctica hace la permanencia.

Por un lado debemos procurar siempre que nuestro tiempo de estudio sea lo más productivo posible y para ello la clave es ser conscientes de lo que estamos haciendo en cada momento. Si en vez de tocar una y otra vez hasta que «me sale», me paro a pensar qué tengo que mejorar en ese pasaje y cómo voy a hacerlo, qué trucos, ejercicios, etc voy a usar, aprenderé mucho más rápido y mejor.

Os voy a contar una experiencia que tuve hace poco tocando con la banda municipal de Don Benito. Tenía que tocar el solo de Afrodita del Olimpo de los dioses (Obra de Óscar Navarro) y en el ensayo general empiezo a tocar y la parte más compleja me sale bien, pero justo lo que va después, que son unos simples acordes, no. Y mi cabeza ya empieza con su run-run: «esto que era más fácil me ha salido mal, cómo puede ser, me estoy poniendo nerviosa, en el concierto no sé si me saldrá bien, etc) Seguro que os suena. Más tarde, pensando en ello, me di cuenta que ese pasaje de acordes, como era «fácil» en realidad nunca me había salido bien en casa (bien quiere decir limpio, con un sonido claro y ligero como yo quería). Siempre había pasado por esos compases de puntillas (sin ser consciente), sin pararme a trabajar el sonido que quería conseguir. Conclusión: a menudo en el pasado me habré puesto nerviosa y me he sentido mal pensando que todo lo que había practicado se perdía cuando estaba en el escenario, y que los nervios eran algo insuperable, cuando en realidad lo que había practicado se había reflejado tal cual, como un espejo. Ese día aprendí una lección importantísima porque he visto que aunque me ponga nerviosa soy perfectamente capaz de tocar todo tal como lo he practicado. No eran los nervios los que habían arruinado mis conciertos si no mi manera de practicar.

«Estar relajado no es igual a estar concentrado»

Por otro lado, es muy importante trabajar la concentración a diario, porque todo lo que hagamos ayudará a que ganemos confianza en nosotros mismos o la perdamos. Si yo hago un «ensayo de concierto» una semana o dos antes de la actuación y no me concentro y empiezo a tener despistes tontos, me va a quedar la sensación de que no me ha salido bien, que no me sé bien la obra, y eso hará que el día señalado me ponga nerviosa. No sólo debemos practicar la concentración y la preparación mental cuando ya tenemos la obra lista si no desde el primer día que empezamos a leerla. Es importante darnos cuenta que en casa no estamos nerviosos porque no hay público, pero no tener nervios no es igual a estar concentrados. A menudo cuando estamos en casa estudiando, no pensamos ni de lejos en que algún día en el futuro próximo tocaremos esas obras en un concierto y ahí estamos, tan relajados, estudiando en modo automático. Si somos conscientes de que lo que hacemos en realidad es prepararnos para actuar, seremos más exigentes con lo que hacemos y nos esforzaremos en trabajar la concentración y la mente positiva en cada paso del proceso, no sólo al final cuando ya tenemos la obra bien aprendida.

Un consejo que creo muy útil para la práctica diaria es hacer un calentamiento previo en el que ademas de trabajar la parte física con ejercicios de técnica,también tomaremos un tiempo para alcanzar ese estado de concentración óptimo y poder sacar el máximo partido a nuestro tiempo de estudio.

Cada día de estudio es una oportunidad para brillar en nuestros conciertos,
¡¡¡cada día cuenta!!!

Diario de práctica

Como os conté en un artículo anterior: https://vidadearpista.home.blog/2019/02/20/como-aprovechar-la-clase-al-maximo/ un diario de práctica es una herramienta extremadamente útil. Agradeceré siempre a mi profesora Marianne ten Voorde que me inculcara esta idea porque es una manera buenísima de conocer mejor lo que hacemos y cómo lo hacemos cuando practicamos. Desde que me lo enseñó siempre he tenido uno.

Para el diario escogeremos una libreta de tamaño medio, no muy pesada ya que tendremos que llevarla a clase cada semana.
El diario debe ser esquemático, algo que no nos suponga un tiempo extra en nuestra práctica. Basta con realizar anotaciones sencillas de las obras que estamos tocando, incluyendo la parte que he trabajado y el resultado conseguido. Cuanto más sencillo sea, menos tiempo nos llevará escribir y más fácil será recordar lo que hemos hecho el día anterior. Es importante tener el diario siempre junto a las partituras y al arpa para ir escribiendo según vamos practicando.

Ventajas de un diario de prácticas:

  • Saber cada día dónde dejé mi práctica el día anterior y dónde debo continuar.
  • Llevar cuenta de los ejercicios de calentamiento que realizo e ir introduciendo variaciones para no caer en la monotonía y practicar diferentes técnicas.
  • Conocer cuánto tiempo necesitamos para tener una obra lista y así poder planificar mejor nuestro tiempo en el futuro.
  • Saber qué trucos o ejercicios utilicé en el pasado en una obra similar a la que estoy aprendiendo ahora y poder aplicarlos de nuevo.
  • Aprender a gestionar y organizar nuestro tiempo de práctica.
  • Anotar dudas que puedan surgir para recordar preguntarlas al profesor.
  • Ayudar a identificar patrones. Por ejemplo, puedo darme cuenta de que los martes siempre me siento cansada cuando voy a practicar. O que después de estudiar una obra concreta siempre me duele el tercer dedo.
  • Tener claros los aspectos técnicos que necesito mejorar en este momento.
  • Servir de motivación ya que podemos revisar los objetivos logrados anteriormente.
  • Anotar imágenes o ideas que nos hayan surgido al tocar una obra y nos sirven de inspiración para interpretarla.

¿Qué vamos a escribir?

  • La fecha.
  • Técnica. Anotamos los ejercicios que estamos haciendo (escalas, intervalos, arpegios, ejercicios con combinaciones de dedos, acordes con séptima, etc.).
  • Cada obra que estemos trabajando y lo que hemos hecho ese día con ella, así como cosas que nos han quedado pendientes para el siguiente día o puntos sobre los que debemos insistir o poner atención.

En este último punto las anotaciones varían mucho dependiendo de la fase de aprendizaje en que nos encontremos con esa obra:

  • Tendremos obras que están casi terminadas por lo que haremos un repaso general y mejoraremos algunos detalles. Aquí vamos a anotar todos esos puntos que hemos tenido que trabajar y qué recurso he utilizado. Ejemplo: Tema A compás 4, la escala debe ser más regular- Trabajo con ritmos.
  • En otras obras estamos empezando así que anotaremos si la hemos leído entera, con manos juntas o separadas, o si hemos leído un pasaje concreto y hemos estado decidiendo las digitaciones que usaremos para tocarlo. En esta primera fase es muy recomendable anotar en la partitura todas las indicaciones como pedales, digitaciones, corchetes para colocar los dedos en bloque, etc. porque una vez que está anotado sólo tenemos que leerlo a la vez que leemos las notas, y evitaremos hacer el esfuerzo mental de pensar qué dedo voy a poner, o qué pedal hay que mover cada vez que toquemos ese pasaje.
  • En la fase central del estudio haremos el trabajo más minucioso, de manera que junto al título de la obra pondremos en nuestro diario el pasaje concreto que hemos trabajado y lo que hemos conseguido con él o nos ha quedado pendiente. Ejemplos:1) Sonatina, tema A- 2 frases de memoria. El compás 8 todavía no lo toco con seguridad, mañana reforzar memoria en este compás. 2)Sonatina, tema A frase 3- intento subir velocidad pero no funciona, cambio la digitación y ahora sí puedo tocarlo rápido.

Por último es imprescindible llevar el diario a clase porque así la profesora anotará todas las cosas que tenéis que trabajar durante la semana y ejercicios y trucos de apoyo.

Y si no os he dado suficientes razones,
¡ podéis comprar una libreta mona y escribir con bolígrafos de colores!

Entrevista con Joost Willemze

Joost Willemze en el Conservatorio de Barcelona

Como os conté en el último artículo, durante el concurso Arpaplus 2019 hemos podido disfrutar de la música de Joost Willemze, y además fue muy amable y cuando le pregunté si me concedería una entrevista para el blog le gustó la idea y accedió inmediatamente.

Joost es holandés. Ha estudiado con Erika Waardenburg, Edward Witsenburg y ha recibido clases de arpistas de renombre como Elinor Bennett, Emmanuel Ceysson, Skaila Kanga, Sivan Magen, Isabelle Perrin, Sylvain Blassel and Judy Loman. Acumula ya varios premios importantes, como el Primer premio en la competición internacional de Portugal 2018, el Segundo premio en la competición internacional de Korea y el Primero en Suoni d’arpa, categoría solista. Y lo más importante, toca con un exquisito gusto musical y cuando habla suelta perlas de sabiduría.

En la charla con los alumnos dijo cosas interesantísimas. Yo me quedo con dos: Una alumna le preguntó si había algo que no le había gustado de su concierto y él respondió que siempre habrá algo que no nos guste y que hay que aceptar que es parte de la vida de los músicos, es algo natural. Añadió una mala experiencia que tuvo en un concierto hace tiempo y es de agradecer porque a menudo puede parecer que a los solistas todo les ha ido bien en su camino y nos dio una visión más realista y humana de lo que es ser un concertista con sus momentos buenos y malos. Y la segunda perla que compartió con nosotros, y digo perla porque me pareció muy bonito: Dijo que él tanto en conciertos como en competiciones tiene como principal motivación hacer con la música lo mejor que puede y dar lo mejor de sí mismo porque esa es la mejor manera de honrar y respetar a la música. Precioso.

A continuación he transcrito la entrevista porque la hicimos en inglés. He intentado reflejar sus ideas con exactitud:

¿Cuándo empezaste a estudiar arpa?

Empecé cuando tenía 6 años. Fue una casualidad porque fui a la escuela de música de mi ciudad y la primera clase era la de arpa. Subí las escaleras y escuché el sonido del arpa, entré en el aula y había varias arpas pequeñas, Troubadour, y bueno, puedes hacer glissandos inmediatamente y me gustó. Así que dije: quiero tocar esto.

¿Entonces tú escogiste al arpa y no al revés?

(risas) Sí, exacto, eso es.

¿Una cosa que disfrutas mucho cuando tocas?

En concierto, estás haciendo algo muy duro. Lo bueno es que puedes tomar muchas decisiones diferentes mientras tocas y tocar las piezas de manera diferente cada vez y así puedes influenciar al público, compartir tu mundo y comunicarte con ellos.

Entonces, ¿lo que más disfrutas es cuando puedes comunicarte con el público?

Sí, eso es, disfruto cuando conecto con ellos.

Cuéntanos un poco sobre tu vida aparte del arpa. ¿Tienes alguna afición?

Sí, me encantan los idiomas. Estoy casi terminando la universidad donde estudio latín y ruso. No he aprendido español todavía pero quiero hacerlo. Creo que es importante tener otras experiencias culturales, conocer otros idiomas, porque así tendrás más imaginación a la hora de tocar. Si sólo practicas 9 horas al día en una habitación cerrada, ¿Qué vas a contarle al público con tu música? Es importante tener maneras de mantenerte inspirado. También me gusta mucho leer y viajar y tocar el piano, aunque no muy regularmente porque tengo que centrarme en el arpa. Y es genial cuando puedes combinar los viajes con el arpa como aquí, en Barcelona.

¿Podrías compartir con nosotros un recuerdo especial que tengas de algún concierto?

Sí, es una experiencia muy personal, pero puedo contarla. Fue en un concierto en Roma, conocía a mucha gente del publico porque al estudiar lenguas clásicas había pasado algún tiempo allí. También toqué piezas que me gustan mucho como la Sonata de Pescetti y Rhapsodie de Grandjany y sentí una conexión tan especial que fue una experiencia transcendental, me emocioné mucho y el público también. La música a veces trasciende todo.

¿Hay algún arpista que admires o que disfrutes escuchando su música?

Me gusta mucho Emmanuel Ceysson, escucho mucho a Xavier de Maistre, por ejemplo la Danza española, etc. Remy van Kesteren, en Holanda, que hace muchas cosas diferentes como pop y otros arpistas holandeses como Lavinia Meijer y Gwyneth Wentink. No sólo escucho arpistas, también muchos pianistas. Me parece muy importante tener un acercamiento pianístico a la hora de tocar. Hay tantos genios en el mundo del piano que tienen ideas muy interesantes y cuando les escuchas te inspiran mucho.

Gracias por la entrevista, fue un placer.

¡De nada! (lo dijo en español, ¡qué simpático!)

Espero que os haya gustado conocer a Joost Willemze. Aquí tenéis el enlace a su página web y uno de sus vídeos en YouTube:

https://joostwillemze.com/index.html

Arpaplus 2019

Este fin de semana ha tenido lugar la XXI edición de este concurso para estudiantes de arpa en Barcelona.

Yo fui el año pasado por primera vez y este año he repetido, es una experiencia maravillosa. Los alumnos escuchan a otros estudiantes de su curso y de cursos inferiores y superiores, escuchan repertorio que no han oído antes, cogen ideas sobre obras y compositores que quieren tocar en el futuro, prueban diferentes instrumentos, hacen amigos, los alumnos de un mismo profesor se escuchan y apoyan entre ellos y eso es muy bonito de ver… y podría seguir.

Para las profesoras también es un estímulo importante. No tenemos muchas ocasiones para vernos y charlar sobre el mundo del arpa, compartimos ideas, alegrías y penas, proyectos, te da la oportunidad de conocer en persona a profesores de los que has oído hablar, aprendemos mucho de ver a los alumnos propios y de otros profesores en acción, y también nos sirve para evaluar nuestro trabajo y darnos cuenta de los aspectos de nuestra enseñanza que podemos mejorar.

Todos los años, además, hay talleres y un concierto por gentileza de Salvi. El solista de este año fue Joost Willemze, un holandés de 23 años que tocó un repertorio maravilloso con muchísimo gusto y que se mostró muy cercano todo el tiempo. El día de la entrega de premios tuvo una charla con los alumnos en la que les daba consejos y contestaba a sus preguntas. Esta experiencia me pareció la más enriquecedora del concurso, ya que los alumnos han podido ver a un joven intérprete con quien pueden identificarse, dejando a todos encantados con su interpretación y eso es una gran motivación para todos ellos y después de haber escuchado cómo toca ¡seguro que todos se tomaron muy en serio sus consejos para practicar y prepararse para concursos y conciertos!

Mis felicitaciones a la organización del concurso y a Salvi y Euromúsica Fersan por el apoyo logístico.

Os dejo enlaces a la página web del concurso y su canal de YouTube para que echéis un vistazo:

http://www.arpaplus.org/

https://www.youtube.com/user/ArpaPlus

Y a los alumnos y profesores de arpa,
¡animáos a vivir esta fantástica experiencia en próximas ediciones!