Acrobacias

¿Alguna vez tenéis la sensación de que vuestros dedos son pequeños trapecistas de circo saltando por las cuerdas? ¡Yo sí!

A veces me parece que hacemos saltos dignos de un buen espectáculo de circo y para poder llegar a la nota exacta tenemos que mirar a la cuerda que tocaremos con los ojos bien abiertos. Y además, practicar el salto muchas veces.

Pero la mayoría de las veces no hay que realizar saltos, vamos tocando cuerdas que están cercanas unas a otras y podemos tocar sin mirar al arpa. Necesitamos confiar en nuestros dedos, igual que no vamos mirando al suelo a cada paso que damos, si no, solamente cuando el suelo es irregular o es un terreno peligroso.

Muchas veces nos volvemos locos llevando muy rápidamente la vista de la partitura a una mano y a la otra, pero casi siempre hay una de las dos manos que podemos tocar sin mirar y podemos prestar más atención a la otra.

Os invito a que hagáis la prueba con este pasaje. Cerrad los ojos y tocarlo.

Si os ha salido bien es porque vuestra mente es capaz de calcular las distancias exactas de una cuerda a la siguiente, tanto si es un intervalo grande o pequeño, por tanto, podemos confiar en nuestra mano y prestar más atención a la otra si es necesario.

Que la mente sea capaz de hacer esos cálculos tan complejos, ¡Es maravilloso!, Pero no creáis que es algo mágico e inexplicable. Todo esto es posible gracias a que hemos desarrollado la memoria muscular.

La memoria muscular es la capacidad de nuestro cerebro para hacer cálculos instantáneos sobre la distancia, fuerza, etc, que debe ordenar a los músculos para que éstos lleven a cabo una acción. Por ejemplo, todos subimos escaleras con normalidad pero si visitamos algún edificio antiguo en el que los pasos son más altos que las escaleras actuales, en el primer paso nuestro pie quizá roce el borde del escalón, pero al segundo ya habrá recibido la orden de levantarse un poco más y podremos subir esta escalera con total normalidad.

Cuando hacemos esos ejercicios de tocar terceras, siempre con el pulgar y segundo dedo, o quintas con el tercero y el pulgar, acordes, y otros patrones, lo que estamos haciendo es enseñar a nuestro cerebro esas distancias específicas. Por ello es importante que «siempre» usemos los mismos dedos para la misma distancia. Pongo siempre con «» porque hay montones de excepciones, pero no deben dejar de ser precisamente eso, excepciones.

Si para tocar una octava unas veces uso el cuarto dedo y otras el tercero sin pensarlo, nuestra memoria muscular se hará un lío, lo mismo ocurre con una melodía cualquiera. Ejemplo:

Así que si no queréis tener que hacer acrobacias constantemente, prestad atención a las digitaciones adecuadas y podréis tener total confianza en que os saldrá sin mirar.

Mirar en nuestro interior

He estado todo el fin de semana bailando. Me lo paso genial, y también es un proceso de aprendizaje profundo. Se parece bastante a aprender a tocar un instrumento: se necesita coordinación, concentración, memorizar, y ponerle estilo.

En una de las clases tenía que aprender una coreografía, estaba fijándome en la profesora para no perderme, pero me salía regular. Hasta que dejé de mirarla a ella y me centré en los movimientos que hacía mi cuerpo. Ahí todo empezó a encajar, incluso los giros me salieron más elegantes que antes, porque estaba sacando toda la información de dentro hacia afuera y no al contrario. Al mirar a la profesora estaba centrada en cómo se tenía que ver la secuencia de pasos y no en lo que mi cabeza tenía que mandar a mis músculos para crear esos movimientos. De repente, en la clase no había nadie, ni profesora, ni compañeros, sólo era yo y la música, y funcionó.

Lo mismo me pasa cuando toco. Antes siempre ponía el foco en cómo escucharía mis obras el público, o mi profesora, o mis compañeros, lo que pensarían de ello. En lugar de eso, ahora cuando toco sólo estamos mi arpa, mi música y yo. Eso no quiere decir que haya que ignorar al público, el público es gente amiga, han venido porque quieren escucharte. A mí me gusta mirar a las butacas, sonreír y hablar un poco entre obra y obra para compartir mis ideas con ellos. Pero después, cuando toco, ya no pienso en qué pensarán, pienso en todo lo que necesito hacer en cada momento para que mi interpretación sea lo que yo quiero que sea.

Por supuesto, todo esto se trabaja en cada hora que pasamos practicando, ya hablé de ello en un artículo anterior.https://vidadearpista.home.blog/2019/03/21/reflexiones-y-reflejos/

Cuando practicamos, debemos hacer el esfuerzo de hacerlo completamente concentrados, poniendo el foco en la música y todo lo que debo pensar en cada momento para poder ejecutarla como yo quiero. Si, durante la práctica, a menudo somos capaces de alcanzar ese estado óptimo de concentración, cuando llegue el momento de actuar ante el público será parte de nuestra rutina y no un esfuerzo titánico.

Yo me tomo un par de minutos antes de empezar a practicar para marcarme un objetivo a conseguir en esa hora y para visualizar el momento de la actuación concreta en que la voy a interpretar. Además, intento «limpiar» mi cabeza de pensamientos negativos o de estados de ánimo que no me permiten concentrarme. Por ejemplo, ayer estaba disgustada porque mis gatos habían roto algo en casa, pero antes de tocar pensé «bueno, ya está, se ha roto y no se puede reparar, pero si sigo disgustada, mi hora de práctica también se estropeará por sentirme así, mejor dejarlo en el pasado ya que no tiene solución y concentrarme».

2020

¡Vida de arpista cumple un añito!

Resulta que me he puesto a mirar hacia atrás para valorar este año y he acabado en 1920 (!!!).

Bueno, esto tiene una explicación: como el año que empezamos es el 2020, en los medios de comunicación están apareciendo muchas referencias a los años 20, la década que empezó exactamente hace un siglo, en 1920.

Se habla de los años 20 porque fue una época especial del siglo pasado. Estos años vinieron después de la primera guerra mundial, y claro, con lo mal que lo pasaron, la gente tenía ganas de divertirse y hacer cosas bonitas. Floreció la economía y con ella muchos avances tecnológicos, sociales, y por supuesto culturales.

¿Qué ocurrió en el mundo musical durante esa época?

  • El jazz se volvió muy popular en esta época convirtiéndose en un género musical propio que influyó notablemente a músicos clásicos. Un ejemplo es George Gershwin que compuso la Rhapsody in blue en 1924. Ravel, el gran compositor francés, también tuvo influencias del jazz en algunas de sus composiciones.
  • En 1920 nuestro arpista más reconocido, Nicanor Zabaleta, terminaba sus estudios de arpa en Madrid, con la profesora Vicenta Tormo. También estudió con Luisa Menárguez. Más tarde, en 1925 fue a París donde estudió con Marcel Tournier.
  • André Caplet compuso sus dos Divertimentos para arpa en 1924.
  • En esta década Marcel Tournier compuso algunas de sus obras más características como Vers la source dans le bois (1921) o la suite n.1 de Imágenes (op. 29 1925).
  • En 1927 Germaine Tailleferre compuso el Concertino para arpa y orquesta.
  • En 1920, desde el Teatro coliseo de Buenos Aires, Argentina, se transmitió la ópera de Wagner Parsifal. Fue el comienzo de las transmisiones de radio como forma de entrentenimiento.
  • En 1925 surgió el tocadiscos, y con ello una nueva manera de grabar los discos. Esto ayudó a popularizar y difundir el jazz y también comenzaron a grabarse discos de música clásica.
  • En esta década también empezaron a grabarse películas con sonido sincronizado. Hasta entonces existía el cine mudo, a menudo acompañado con música en directo, interpretada al piano. A partir de entonces muchos compositores crearon música para las bandas sonoras de las películas. Por ejemplo: Nino Rota, Dimitri Shostakovich, etc.
  • En España aún estaba de moda la zarzuela aunque estos serían sus últimos años de esplendor. Doña Francisquita se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid en 1923.

Os invito a que escuchéis algunas de las obras y artistas que he nombrado aquí, de la obra de Gershwin Rhapsody in blue incluso podéis ver la animación que realizó Disney en la película Fantasía 2000.

Inspiración

Ay! La musa de la inspiración me ha abandonado. Llevo 3 semanas sin escribir en el blog porque no me salía nada, intentaba hacer un artículo pero al empezar ya sentía que no iba a ser bueno.

Así que me he puesto a pensar en qué se puede hacer cuando uno no tiene inspiración. Primero, no hay que darle mucha importancia, es algo que viene y va y que en algunas épocas nos resultará más fácil y en otras no tanto. Lo importante es no rendirse. Si nos empezamos a preocupar demasiado, eso puede bloquearnos, no va a ser de gran ayuda. En cambio, si seguimos intentándolo sin preocupación, poco a poco volveremos a encontrarnos en ese estado de inspiración y creatividad.

También podemos buscar la inspiración en las cosas que hemos vivido. Con frecuencia los artistas se inspiran en la naturaleza, en la poesía, en la pintura… Cuanto más contacto tengamos con el mundo que nos rodea más fácil nos resultará tener recursos variados que nos inspiren en nuestra música. Para mí, otra fuente inagotable son los libros. A través de ellos he vivido y sentido muchas emociones, y a menudo, cuando toco una obra tengo «recuerdos» de esas historias vividas en las páginas.

Os pongo un ejemplo: Cuando escucho Lolita la danseuse de Marcel Tournier, me viene a la mente un cuadro de Ernest Herbert porque me parece que Lolita debe ser un poco pícara y vivaz, que es lo que me transmite la mirada de la chica del cuadro. Otras cosas que hicieron que al oír la pieza recordara este cuadro son la vestimenta de la chica, y las armonías exóticas de la pieza.

Aquí podéis escuchar la pieza, tocada por Nicanor Zabaleta.

En otras ocasiones estoy tocando algo y de repente estoy caminando por una calle de alguna ciudad que haya visitado, o veo camellos con alforjas naranjas (Pistache, de Bernard Andrés) o de repente estoy en una catedral y veo el haz de luz entrando por la ventana y las motas de polvo que bailan en ella y siento la quietud que se respira en este tipo de construcciones.

¿Y a vosotros qué cosas os inspiran? ¿Tenéis algún ejemplo concreto? Compartidlos con los demás en los comentarios.

Afinación y precisión de oído.

«El arpa se pasa la mitad del tiempo afinando y la otra mitad sonando desafinada»

Me resulta imposible empezar este artículo sin mencionar el famoso chistecito. Su autoría ha sido atribuida a varios compositores en el pasado pero supongo que es una de esas cosas que se dicen medio en broma y acaban quedando ahí; a mí han llegado a preguntarme si tenía que afinar el arpa cada 30 minutos 😲¡No,no! para nada, aunque sí debemos cuidar de la afinación de nuestro instrumento con regularidad.

Verdades sobre la afinación:

-Si afinamos el arpa, la afinación se mantiene, y sólo debemos hacer pequeños ajustes.

– Cuanto más a menudo afinemos nuestro instrumento más fácilmente se mantiene afinado y menos tiempo lleva ajustarlo. Lo ideal es afinar cada día antes de practicar.

¿Por qué es importante afinar?

– Porque así el arpa sonará en todo su esplendor.

– Porque si practicamos en un instrumento desafinado, cada vez que toquemos una cuerda y suene mal nos va a distraer. Un arpa afinada es como un escritorio bien ordenado, seguramente podrás estudiar con un poco de desorden pero te costará más concentrarte.

Además,si nos acostumbramos a tocar con el arpa mal afinada, aprendemos a ignorar lo que escuchamos.

– Para desarrollar nuestro oído y ser capaces de afinar sin aparatos. Podría pasar que tu afinador se rompa o se quede sin batería justo antes de un concierto pero si eres capaz de afinar de oído eso no será un problema.

– Para tener el arpa siempre lista por si queremos grabar algo mientras practicamos. Así no perderemos tiempo de práctica afinando.

– Porque tocar un arpa desafinada nos baja la autoestima. Si te escuchas tocando cuando practicas o te grabas y siempre suena todo desafinado eso hace que toda tu interpretación parezca peor y acaba dándote la sensación de que no tocas muy bien.

«Tocar un arpa desafinada nos baja la autoestima»

¿Cómo se desarrolla la precisión de oído?

Pondremos el afinador en el atril. Afinaremos el La central y a partir de ahí, usando el sistema de intervalos de 5ª y 8ª vamos a afinar toda la octava central. Ajustaremos la afinación de cada nota usando primero el oído y sólo miraremos al aparato para comprobar que hemos afinado bien antes de pasar a la siguiente nota. Para «afinadores» más avanzados: podéis afinar todo el ciclo de quintas y octavas antes de comprobar todas las notas con el afinador. *

Sistemas de quintas y octavas en Do Mayor y Do b Mayor

Siempre empezamos por la octava central porque además de que el La 440 es el establecido como referencia internacional, empezando en el registro medio tendremos menos margen de error entre la octava más grave y la más aguda.

A continuación, es conveniente afinar la parte grave del arpa ya que su resonancia va a aparecer también cuando toquemos en el registro agudo. Y por último afinaremos la parte aguda.

Aquí podemos hacerlo de varias maneras y es muy buena idea practicarlas todas:

-Desde el La central ir afinando por octavas todo el arpa, primero hacia los graves y luego volviendo al la central para hacer los agudos.

-Desde el La central por quintas, igual que el método de las octavas.

-Desde el La central afinamos el La de la octava inferior. Ahora usamos ese La como referencia para afinar esta nueva octava con el sistema de quintas y octavas. Repetimos con cada La del arpa.

Como veis hasta para afinar tenemos varias posibilidades para no aburrirnos. Si las ponéis todas en práctica ¡seréis unos maestros de la afinación!

*NOTA: Para que las cuerdas no sufran lo mejor es tensar o destensar la cuerda con los pedales en bemol, porque así está completamente libre de la presión que realizan sobre ellas las clavijas o las piezas del mecanismo. Hay quien prefiere afinar todo en Do b Mayor y quien pone los pedales en natural para afinar en Do Mayor, pero cuando hay que ajustar la cuerda ponen el pedal en bemol momentáneamente. En cualquiera de los dos casos hay que tener en cuenta que el intervalo entre Fa y Si es una quinta disminuida y por tanto siempre hay que cambiar el si como se muestra para que el intervalo sea una quinta justa.

La partitura

Yo siempre desconfío de una partitura demasiado limpia. Si no tiene ni una sola anotación es bastante probable que el alumno que la haya tocado no haya estudiado la obra en profundidad.

Os dije en el último artículo que había algunas herramientas imprescindibles para estudiar bien, y para mi la más importante es el lápiz. Con él vamos a poder anotar todo tipo de indicaciones que nos ayuden a procesar la información de manera más rápida y eficaz. La partitura es un texto, y cuando tocamos debemos sacar toda la información musical que ofrece en cada momento: las notas, el ritmo, las dinámicas, respiraciones, articulación, fraseo, etc. y además nos da toda la información sobre cómo ejecutar ese pasaje: digitaciones, pedales, etc. Todo ello unido hace que para tocar una pequeña secuencia de varias notas debamos procesar mucha información en un solo instante y es por eso que tener un lápiz a mano nos va a servir de gran ayuda.

¿Qué cosas anotar en una partitura?

1/ Los pedales. Absolutamente imprescindible. Cuando una obra se mantiene todo el tiempo en una tonalidad y quizá en un par de momentos hace una modulación sencilla (por ejemplo, de Do Mayor a Sol Mayor) nos resulta fácil recordar los pedales que hemos cambiado y estar atentos al momento en que volverán a su sitio original, pero en obras con muchas modulaciones y alteraciones accidentales llevar la cuenta de todos esos cambios se convierte en una dura tarea y si podemos solucionarlo tan fácilmente como anotando los cambios de pedales a realizar, ¿por qué vamos a sufrir y perjudicar a la interpretación musical teniendo los pedales mal colocados todo el tiempo?

Los pedales se deben escribir de manera clara y ordenada, normalmente escribiremos los que cambia el pie izquierdo junto a la voz en clave de fa y los del pie derecho junto a la voz en clave de sol. Es importante anotarlos en el momento preciso en que vamos a moverlos, muchas veces de ello dependerá que reaccionemos con tiempo para hacer el cambio sin ruidos. Si hay dos pedales a la vez, uno de cada lado, se escribirán uno encima del otro. En la medida de lo posible escribiremos los pedales en el momento en que aparece la alteración; así es más fácil relacionarlos con la música y memorizarlos. A mi me gusta escribirlos en el centro entre los dos pentagramas, aunque esto ya es algo personal, lo importante es que los escribas donde vayas a poder leerlos sin tener que recorrer media partitura con la vista.

Me parece importante también que los pedales estén todos anotados antes de hacer la primera lectura tocando. Al hacer esto vamos a tener ya una primera idea de la estructura de la obra y haremos anotaciones con esquemas de pedales al inicio de cada sección. De esta manera ya tendremos la partitura lista para trabajarla. Dibujar esquemas de pedales en puntos clave es necesario también porque cuando practiquemos no vamos a empezar cada día desde el inicio de la obra si no que trabajaremos diferentes partes. Con estos diagramas de pedales tendremos claro cómo empieza cada sección y en qué tonalidad estamos en ese momento y no perderemos tiempo cada vez averiguando cómo había que colocarlos.

2/Digitaciones. Hay varias maneras de indicar qué dedos vamos a usar en cada frase. Una es escribiendo los números correspondientes a cada dedo, otra es poniendo corchetes que incluyan todas las notas que vamos a colocar a la vez. También podemos escribir ligaduras que indican que vamos a conectar un pasaje con otro, o pequeñas señales en forma de V que indican que vamos a «soltar», es decir, dejar nuestra mano fuera de las cuerdas.

Si con los pedales es importante anotarlos todos, en el caso de las digitaciones no es así. Poner números a todas y cada una de las notas sólo estorbará y además hará que dejemos de prestar atención a esas anotaciones. En este caso lo mejor es anotar las digitaciones que no sean lógicas o se salgan un poco de lo normal. Por ejemplo, si tengo mi re DO, lo lógico sería 1 2 3, pero si eso va seguido de un acorde de octava, mi re DO mi sol do, voy a necesitar tocar el primer do con el 4º dedo. En este caso con poner un 4 encima del do ya queda todo claro.

También anotaremos las digitaciones en algún pasaje en que debamos procesar muchas cosas a la vez, por ejemplo, las dos manos tocando cosas distintas a la vez, con dos cambios de pedales y además hay que hacer un acelerando. En ese momento nos va a servir de ayuda tener anotado todo para no tener que pensar extra.

3/ Enarmonías. En muchas ocasiones sustituimos una nota por su enarmónica porque eso hace que tengamos que cambiar menos pedales, o porque la música lo requiere, por ejemplo, en el Impromptu-caprice de Gabriel Pierné en el que hay que tocar dos mi b seguidos y usamos re # para el primero. Si cuando estamos aprendiendo este pasaje, al llegar ahí siempre tenemos que pararnos unos instantes a pensar qué nota era la que se sustituía, es mejor que anotemos al lado la nota real que vamos a tocar, o incluso borrar con tipex la nota escrita y dibujar la nueva con bolígrafo negro. Todo lo que nos facilite procesar la información merece la pena escribirlo.

4/ Armónicos. Tradicionalmente se escribe la nota real que vamos a tocar y va a producir un sonido una octava más agudo. Salzedo cambió esto y como explica en su método lo que él escribe es el sonido real, con lo que debemos tocar una octava por debajo. A mí esto siempre me ha resultado muy confuso e incómodo de procesar por lo que los escribo a la manera tradicional. Insisto,

todo lo que pueda ayudar a obtener toda la información de la partitura en el menor tiempo posible, hay que anotarlo.

Todas estas anotaciones hay que hacerlas ANTES de empezar a practicar una obra, no después de un mes cuando estamos cansados de que ese pasaje nunca nos salga. Es importante escribirlas a lápiz porque puede ocurrir que al tocar nos demos cuenta que había una opción mejor o que el pedal lo tengo que mover una corchea más tarde, etc.

Después, cuando ya estamos practicando la obra podemos añadir anotaciones para insistir en algo que se nos pasa por alto porque estamos ocupados con otra información, por ejemplo en un pasaje donde las manos tienen una coordinación entre sí complicada, quizá no podamos pensar a la vez en el crescendo y marcarlo puede ayudar.

OJO! Tan malo es no anotar nada como anotarlo absolutamente todo. Si rodeas el pedal con un círculo, el piano con otro, el enarmónico con otro, el crescendo con otro, al final sólo verás un montón de círculos que ocultan la información real. Además, si estudiamos conscientemente cada frase iremos incorporando todos los elementos que lo forman y hacer esto no será necesario. Imaginaos que para leer un libro tuviéramos que subrayar los espacios entre las palabras y rodear la coma con un círculo y pintar de un color las v… no funcionaría.

Hablando de colores, si os gusta adornar las partituras, no me parece mal, pero tened en cuenta que normalmente usamos rotuladores que son permanentes. Lo mejor es usarlos moderadamente y para cosas realmente necesarias.

Os dejo algunas fotos de ejemplos de partituras:

Ejemplo de diagramas de pedales
Ejemplo de enarmonías

Herramientas imprescindibles

Para practicar bien, debemos hacer uso de estos elementos. Deben estar siempre cerca o incluso en el atril si no se va a caer para poder utilizarlos inmediatamente sin tener que levantarnos a cogerlos o ponernos a dar vueltas por la habitación buscándolos.

El reloj sirve para tener un control del tiempo que empleamos y hacer los descansos oportunos. Si hemos hecho nuestro trabajo de planificación del estudio, sabremos que a una obra vamos a dedicarle 20 minutos, y a otra 30, por lo que necesitamos el reloj para poder cumplir con el plan. Ojo con los móviles, son el mayor foco de distracción. Si sóis capaces de mirar el reloj del teléfono sin distraeros con los mensajes, etc. lo podéis dejar cerca para mirar la hora, pero el 99% de la gente se distrae con él así que os recomiendo usar un reloj diferente, de muñeca, de mesa o de pared.

Aprovecho para deciros que el móvil debe estar siempre en silencio y sin lucecitas parpadeando, o incluso mejor, en otra habitación para evitar distracciones. Creo recordar que Joost Willemze en la charla que tuvo con arpistas en Arpaplus 2019 dijo que él lo pone en modo avión cada vez que practica.

La llave de afinar tambien hay que tenerla siempre a mano. Aunque antes de estudiar siempre afinamos el arpa, es posible que alguna cuerda se desajuste a lo largo del estudio y hay que volver a afinarla. También cuando tenemos cuerdas nuevas que hay que afinar continuamente.

El lápiz y la goma son necesarios también para realizar todas las anotaciones oportunas. La próxima semana el artículo se extenderá sobre este punto.

El ambiente: Igualmente importante ya que va a influir enormemente en nuestra concentración. El arpa debe estar en un sitio tranquilo donde no haya gente pasando o hablando continuamente, lejos de pantallas encendidas. Normalmente el salón de la casa no es un buen sitio por todo esto, es mejor en una habitación donde puedas estar tú sola, y que en caso de haber ruido puedas cerrar la puerta. Es muy difícil escuchar tu sonido o tus pensamientos cuando de fondo se oye el robot de cocina, a tus hermanos pequeños gritando y la televisión puesta. Además debe tener una buena iluminación para poder ver tanto la partitura como las cuerdas del arpa y que la temperatura sea agradable; no es bueno tocar con frío ya que los músculos se resienten.

Y por último, ya que pasamos muchas horas con el arpa, es agradable tener ese espacio como un rincón especial para nosotros. Podéis ponerlo bonito con fotos de vuestros conciertos o decorarlo con cositas de vuestros colores favoritos, poner frases que os inspiren,etc. ¡Yo tengo un atril con mariposas!

Volver a la casilla de salida

A veces estamos practicando un pasaje y nos quedamos atascados, parece que en vez de mejorar va a peor.

¿Qué hacer? Lo primero, no asustarse. El proceso de aprendizaje es complejo y en él influyen muchas cosas como nuestro estado físico (ese día podemos estar cansados), la dificultad misma de lo que estemos trabajando o el estrés que podamos tener debido a, por ejemplo, el examen de matemáticas de mañana. Todo ello influye en nuestra concentración.

Lo ideal sería poder alcanzar siempre un estado de concentración máximo para que nuestro aprendizaje fuera una línea que sube y sube pero normalmente se parece más a caminar en la nieve: avanzo varios pasos y retrocedo un poco para volver a avanzar un poco más. Si somos conscientes de esto seremos más felices practicando porque sabremos que esos momentos en que parece que retrocedemos son parte del proceso.

No hay que tener miedo de volver para atrás y revisar el pasaje desde cero: mirar sólo una voz, o sólo los pedales, o el pase entre un acorde y otro, bajar la velocidad el metrónomo,etc, para ir construyéndolo de nuevo. A menudo veo alumnos que leen algo por primera vez a una velocidad que no pueden controlar o que empiezan a trabajar un compás tocando directamente las dos manos a la vez sin haber comprendido antes qué hace cada voz por separado, ni tener anotados los pedales, o sin haber analizado qué recursos van a utilizar para tocarlo. Hacer esto sólo nos lleva a aprenderlo mal y eso hará que disminuya la confianza en nosotros mismos.

Por otro lado, veo que en ocasiones nos sentimos torpes o «tontos» por tener que volver sobre nuestros pasos, pero de nuevo, esto sólo nos aporta negatividad. No sé de dónde nos viene la idea de qué lo tenemos que hacer todo bien a la primera como si el proceso de es aprendizaje fuera algo super sencillo. Recordad todas las veces que los bebés se caen hasta que aprenden a andar.

Ya veis, es más inteligente y eficaz hacer todo lo necesario para aprender bien algo, incluso si es volver a tocar una sola nota de la pieza. Si lo enfocáis de esta manera podréis practicar conscientemente y sin sentimientos negativos.

Planificación

(Nota: este artículo está dirigido especialmente a los alumnos de Enseñanzas Profesionales.)

Para tener éxito en los estudios es fundamental planificar bien nuestro tiempo. Una buena planificación consiste en fijar las horas concretas en las que vamos a practicar, incluyéndolas en nuestro horario semanal y marcar los objetivos a cumplir en cada sesión de estudio. Esto lo hacemos en el diario de práctica. Podéis leer el artículo anterior aquí: https://vidadearpista.home.blog/2019/03/13/diario-de-practica/

Ahora que hemos comenzado el curso ya tenéis una idea del repertorio que váis a trabajar durante el trimestre y podéis hacer un cálculo de las horas semanales que necesitáis para cumplir los objetivos de esta primera parte del curso.

Consejos a la hora de planificar:

  • Tener en cuenta cuántas semanas dura el trimestre hasta la fecha del examen o audición.
  • Reservar unas horas determinadas cada día para la práctica de arpa. Si lo dejamos al azar es posible que llegue la siguiente clase y no hayamos estudiado nada. Es mejor decidir qué horas vamos a poder practicar, anotarlo en nuestro horario semanal y, por supuesto, ¡cumplirlo!
  • Es necesario también descansar, hay que planificar suficientes horas de práctica en la semana para que al menos un día podamos descansar del arpa. Es bueno para los músculos y también para liberar la mente.
  • No dejarlo todo para el final y estar preparado para imprevistos, por ejemplo, que nos inviten a participar en algún proyecto a mitad del trimestre o que tengamos un viaje de estudios con el colegio/instituto. En el caso de nuestro conservatorio sabéis que al final del primer trimestre tenemos un concierto de navidad y que si queréis tener la oportunidad de participar debéis tener preparado algo que tocar unas semanas antes del concierto cuando se hacen las propuestas para el mismo.
  • Es muy importante también llevar todo al día porque algunas veces tendremos que modificar nuestros planes para aprender las obras a tiempo. Por ejemplo, yo tengo una canción de 4 páginas y había planificado una página para cada semana pero en la primera semana he visto que me está costando más trabajo de lo que pensaba y voy a necesitar dedicarle más tiempo. Si llevo las otras obras al día podré usar más tiempo para esta pero si lo he dejado todo para el final seguramente me pondré a estudiar todo a lo loco repitiendo sin más y no conseguiré tocar bonita ni una obra ni las otras. Con el paso del tiempo nos iremos conociendo mejor y nuestros planes serán cada vez más realistas.

¿Cómo sé cuánto tiempo debo dedicar a cada obra?

En líneas generales yo siempre pienso que si el trimestre son 10 semanas, voy a utilizar las 4 primeras semanas para leer y comprender cada obra. Haré todo el trabajo de análisis, conocer las secciones, armonía, qué técnicas voy a utilizar para tocar cada pasaje, dónde voy a mover los pedales, qué digitaciones utilizaré, etc. Es el momento de experimentar y después decidir qué funciona mejor en cada pasaje para después fijarlo. De esta manera nos quedan otras 4 semanas para trabajar la velocidad, la memoria, la continuidad a lo largo de toda la obra y aún nos quedan 2 semanas más para ultimar detalles.

Es importante hacer un buen análisis inicial de la obra para saber cuántas secciones o páginas voy a practicar cada semana. Por ejemplo, una obra que tenga secciones A, B y A’. Si son secciones de 4 o 5 pentagramas, puedo planificar una sección por semana y la última semana repaso todo. Ahora, si cada sección tiene 5 páginas debo valorar en base a la complejidad de la obra si tendré tiempo de trabajar BIEN cada sección en una semana o si por el contrario necesitaré semana y media para cada parte. Digo BIEN en mayúsculas porque se trata de usar ese tiempo para conocer en profundidad el contenido de la partitura, el objetivo no es tocarlo todo en el tiempo establecido sin haberlo comprendido.

Por otro lado, es muy importante que cumplamos los plazos que nos marcamos. Si has decidido practicar algo durante media hora y al acabar el tiempo no está listo, es mejor pasar a lo siguiente planificado para ir avanzando y después en el diario de prácticas valorar por qué no has logrado el objetivo con esa obra: ¿No estaba concentrada? ¿Es más complejo de lo que creía? ¿Hay algo que no entiendo? ¿He utilizado técnicas de estudio adecuadas o simplemente he leído el pasaje una y otra vez? Creo que en esta valoración reside realmente el éxito de nuestros planes.

Así que, ya sabéis, coged papel y bolígrafo y ¡A planificar!

¡En marcha!

Hoy es 19 de Septiembre, quedan 10 días para el comienzo del curso y si no lo habéis hecho ya, ahora es el momento de comenzar a prepararos para estar a punto para el primer día de clase.

El verano es muy largo y nos sirve para descansar y desconectar de todos los estudios así que ahora debemos conectar de nuevo con nuestro instrumento y la actividad musical.

La idea es empezar poco a poco e ir aumentando la marcha como los antiguos trenes de vapor. Esto es importante, primero porque no queremos que nos salgan ampollas si tocamos mucho rato después de un tiempo sin haber practicado. También porque queremos entrenar los músculos progresivamente para que vayan poniéndose en forma sin sufrir. Y por último para que no nos resulte pesada la vuelta a la rutina.

Podemos empezar con 15 minutos el primer día.

Lo primero es recordarle a nuestro cuerpo los buenos hábitos, sentarse con la espalda recta, hombros relajados, los codos elevados y una bonita colocación de nuestros dedos en las cuerdas.

Yo suelo tocar sólo mf, sin forzar mis dedos y aprovecho para reconectar con la técnica. Hago ejercicios sencillos con una sola mano y muy lento para prestarle toda mi atención a la posición de los dedos, la articulación y la relajación, fijándome en si el sonido es estable. Podéis empezar tocando algunos intervalos, acordes desplegados o grupos de 4 notas (do-re-mi-fa, re-mi-fa-sol, etc).

Cada día iremos aumentando un poco el tiempo de práctica y también la intensidad de los ejercicios.

Otras cosas para hacer a diario son practicar un poco la lectura a primera vista y tocar alguna obra que ya conozcamos muy bien simplemente para disfrutar. Y poco a poco comenzaremos a practicar las obras y estudios nuevos que tengamos.

¡Vamos a por un curso lleno de música!