Distracción. Parte 2.

El campo charro

Hoy hablaremos de todos esos pensamientos que irrumpen en nuestra mente cuando menos te lo esperas y hacen que dejemos de prestar atención a lo que estábamos haciendo. Estos pensamientos suelen ser cosas que tenemos pendientes como: «que no se me olvide hacer los deberes de matemáticas para mañana»; o preocupaciones como: «¿y si suspendo el examen de historia?».

Hay algunos trucos para evitar este tipo de pensamientos que no he inventado yo, los he ido aprendiendo leyendo libros o en Internet. En el artículo anterior vimos maneras de impedir que el exterior entre en nuestra mente, ahora vamos a hacer al contrario: sacar todos esos pensamientos fuera para que no nos interrumpan.

Para las cosas pendientes lo mejor es tener una agenda o lista de tareas donde vamos apuntando todo. Es por eso que hacemos la lista de la compra: si yo tengo que recordarme cada media hora que debo comprar leche y brócoli, y esto, y aquello, eso está ocupando mucho espacio en mis pensamientos, en cambio, si cada vez que se termina algún ingrediente lo apunto, no tengo que pensar más en ello hasta que voy al supermercado con mi lista. Si además asignamos un momento concreto a lo que tenemos que hacer no nos estresará el olvidarlo o no tener tiempo para hacerlo. Por ejemplo, seguro que os ha pasado que estáis practicando y pensando todo el rato «tengo que hacer el trabajo de ciencias, no me va a dar tiempo». Pero si has puesto en tu agenda que vas a estudiar arpa de 5 a 6 y luego hacer el trabajo de 6:30 a 8:30, tú ya sabes qué vas a hacer y cuándo y eso elimina mucho estrés mental.

Para las preocupaciones, es un poquito más complicado. No es posible tener cero preocupaciones, forma parte de la vida, pero sí podemos hacer algo para minimizar en lo posible la cantidad y la importancia que le demos. Se trata de analizar y clasificar esas preocupaciones. Lo podemos hacer escribiendo o simplemente de cabeza:

  • Hay que preguntarse si esa preocupación tiene fundamento, si tengo pruebas o no. Por ejemplo: «si me olvido de devolverle la camiseta a mi mejor amiga seguro que se enfada conmigo». No tengo pruebas que demuestren que eso ocurrirá. Y si pienso cómo actuaría yo si fuera ella la que olvida devolverme algo, seguro que la perdonaría sin más y no le daría importancia.
  • ¿Hay algo que yo pueda hacer? Si la respuesta es sí, simplemente lo haré o lo pondré en mi agenda para hacerlo cuando corresponda. Si la respuesta es no, entonces tendremos que intentar no darle más vueltas.

Todo lo anterior se puede aplicar a la vida en general. Y, ¿Qué más podemos hacer cuándo llega el momento de practicar? Sobre esto se han escrito miles y miles de palabras pero mi opinión es que cada persona tiene que encontrar su propia manera. Yo os voy a explicar algunas ideas a tener en cuenta:

  • Mientras practico, el hilo conductor de mi pensamiento debe ser la propia música. Yo, que soy castellana (ancha es Castilla), me imagino que el pensamiento es un camino largo y recto que en general sólo está rodeado de campo, y de vez en cuando aparece un sendero a uno u otro lado que nos lleva a otro sitio. La música es el camino principal, y los senderos son las preocupaciones. No pasa nada porque veamos el sendero, sólo no hay que dejarse llevar por él. Quizá algunos de vosotros habéis oído o leído sobre Mindfulness, que es una palabra muy de moda aunque simplemente significa algo tan viejo como estar a lo que estás haciendo. Muchas veces, se dice que en Mindfulness o meditación se deja la mente en blanco, pero eso, ¡¡¡es totalmente imposible!!!, la mente siempre necesita pensar en algo y lo que se hace en esas técnicas es pensar en la respiración. Igualmente, es imposible que no aparezcan esas distracciones o senderos así que no hay que enfadarse ni estresarse cuando ocurre, lo importante es dejarlo pasar rápidamente y seguir con lo que estábamos.
  • Para entrar en ese camino, al inicio de nuestra sesión de estudio es mejor empezar calentando con algo sencillo, así tendremos unos minutos para empezar a conectar con el instrumento y calmar nuestra mente de todo lo anterior que estábamos haciendo. No es lo mismo empezar tocando, por ejemplo, unos arpegios o escalas lentamente, que son patrones perfectamente reconocibles y conocidos, que empezar con el pasaje más complejo de la obra en el que tengo 3 voces y 4 cambios de pedales en un pulso. Seguramente podré practicar ese pasaje mucho mejor cuando haya permitido a mi mente alcanzar el punto de concentración plena.
  • Hay factores físicos que influyen en la capacidad de concentración como dormir bien, no tener hambre ni estar muy lleno, o el cansancio, así que en función de esto debemos organizar nuestras actividades diarias (cuando se puede). Alguna gente encuentra más fácil concentrarse por la mañana nada más desayunar y hay otra que le va mejor por la tarde-noche. Así que hay que aprovechar esas horas para hacer el trabajo que requiera una concentración más profunda.
  • Hay días que simplemente es demasiado difícil concentrarse por las razones que sean. En este caso yo recomiendo no tirar la toalla, porque si intentamos concentrarnos con toda nuestra intención y lo conseguimos, habremos fortalecido nuestra capacidad para concentrarnos. Y si probamos y vemos que realmente no funciona, podemos elegir practicar otra cosa que no nos suponga tanto esfuerzo, por ejemplo, en vez de intentar memorizar un pasaje en ese momento, quizá podemos practicar las escalas de otra parte de la obra para cuidar el sonido. Una cosa que me gusta hacer en momentos así es tocar una obra que ya conozco bien, porque así conecto más con el arpa, me recuerdo lo bonito que es tocar y lo bien que me lo paso y sirve para activar los canales de pensamiento que participan en la música. Después siempre encuentro más fácil recorrer el camino de la concentración.

Y ahora una curiosidad: siempre que veo a músicos de los buenísimos/famosísimos tocando, todos ellos parece que murmuran e incluso a veces se les siente tararear. (bueno, ¡los instrumentistas de viento no!) Para mí esa es la señal de que están totalmente concentrados y creo que lo que murmuran son las notas porque están cantando internamente la música. ¡Ese es el grado de concentración al que yo aspiro!

Os animo a comentar aquí los problemas de concentración que tenéis o ideas que habéis puesto en práctica para mejorar la concentración.

Un comentario sobre “Distracción. Parte 2.

Deja un comentario